martes, 12 de junio de 2012
Los secretos de Cristina Fernández de Kirchner
Sylvina Walger y Laura Di Marco
¿Cuáles son las claves secretas de la expropiación de YPF? ¿Por qué la
presidenta de Argentina se embarca en una aventura tan arriesgada? ¿Quiénes
son los jóvenes que han asaltado el poder con esta maniobra? La biógrafa de
Cristina Fernández de Kirchner y la única periodista que ha conseguido
adentrarse en el enigmático círculo que la rodea nos revelan quién manda (de
verdad) en la Casa Rosada.
De luto, con un collar de perlas adornando la cicatriz en el cuello de su
reciente operación de tiroides y con una imagen de Eva Perón a sus espaldas,
amparándola. Es una escenografía muy estudiada para anunciar la expropiación
de YPF. Cristina Fernández de Kirchner se apropia del icono de Evita. En sus
discursos televisados siempre aparece su retrato. En realidad hay dos
imágenes, según sea el tono de la alocución.
Si es una noticia de la que el pueblo debe alegrarse, aparece una Evita
dulce y sonriente. Cuando ataca a alguien o anuncia recortes, la imagen es
seria y enérgica. La Evita de la nacionalización sonríe bondadosa.
EL SEÑUELO DE LAS MALVINAS
Su pensamiento es nacionalista. Por ejemplo, odia a Chile. Le gusta que la
seduzcan intelectualmente, siempre que sea con un discurso patriótico.
Cuando expropia a Repsol, habla de «recuperación de la soberanía». Antes ya
había ondeado la bandera nacionalista con el asunto de las Malvinas. Lanza
ese señuelo porque la economía se desploma. Intenta `malvinizar´ la Cumbre
de las Américas, pero nadie le hace caso. «¡Te olvidaste de las Malvinas!»,
le reprocha al presidente de Colombia. Regresa de Cartagena de Indias antes
de tiempo y con la cara transfigurada por el despecho.
ATAQUES DE IRA
Tiene mucha facilidad para desquiciarse. Y más desde que le operaron y le
quitaron la glándula tiroides. Si no estás bien medicado, sufres cambios
bruscos de humor. Tiene ataques de ira. Les pega a las criadas. Entonces no
recibe a nadie, se encierra. Hacía semanas que no aparecía ante las cámaras
de televisión dando un discurso. Suele hacerlo cada día cuando está en
forma, incluso mañana y tarde. A veces da la impresión de ir empastillada.
¿Litio? Hay un debate sobre si sufre un trastorno bipolar: pasa de la
depresión a estados de euforia; llora en público. La secretaria de Estado
norteamericana, Hillary Clinton, pidió un informe sobre su salud mental. Se
supo por los cables de WikiLeaks que Estados Unidos la considera «una líder
visceral, que sufre de nervios y ansiedad» y toma decisiones influida por su
estado emocional. Cristina es impredecible.
EL CÁNCER QUE NO FUE
Su operación nos enloqueció a todos. Primero dijeron que se trataba de
células cancerosas, luego que no lo eran. Se especula que lo del cáncer lo
inventaron sus asesores para movilizar a su favor a la población. Uno de
esos melodramas que tanto nos gustan a los argentinos. Sale del hospital en
vísperas de la quita de subsidios. Todos los servicios públicos estaban
subsidiados desde el año 2001. Y entonces anuncia la subida del gas, la
electricidad, el agua, la telefonía... porque el Banco Central tiene las
arcas vacías. Argentina es un país al borde de la quiebra y con ocho
millones de pobres. Su popularidad ha caído. Y más aún desde el terrible
accidente ferroviario en la estación de Once: 51 muertos, 700 heridos. El
'tren de las criadas'. La gente está furiosa. Achacan el siniestro a la
corrupción reinante en todo el país. Cristina Fernández teme que le va a
costar caro. No se presentó en el escenario de la tragedia ni en los
hospitales.
RENCOR SOCIAL
Cristina padece una especie de resentimiento de clase. Se avergüenza de su
padre, conductor de autobuses, hijo de emigrantes españoles. Lo llamaban El
Colorado Fernández, pero el vecindario le decía Co-Co por su tartamudez.
Cristina evita hablar de su familia. Su madre, Ofelia, quedó embarazada
siendo novia de Fernández. No se casaron hasta que la hija cumplió cinco
años. Cristina se enamora a los 16 años de un jugador de rugby. Y empieza a
codearse con un estrato social más alto. Termina la secundaria en un colegio
privado. Pero en su forma de hablar sigue teniendo la impronta del barrio
humilde, a pesar de los profesores de dicción.
ENCANTADORA CON LA OLIGARQUÍA
En cambio, cuando está con la oligarquía, es simpática. Cuando la conocí,
era una abogada y diputada combativa. Una mujer valiente que clamaba contra
Menem y se ganaba a los periodistas invitándolos a su despacho, donde podían
fumar. Me pareció encantadora y moderna. No me percaté del personaje. Su
gusto por el lujo está relacionado con ese complejo que arrastra desde niña.
Cuando viaja a Francia, las grandes tiendas le llevan bolsos, joyas y ropa a
la habitación del hotel. Le chiflan Louis Vuitton, Hermès y Bulgari. Puede
llevar encima 50.000 euros en alhajas. «No tengo que vestirme como una pobre
para ser una buena política», se justifica.
MATRIMONIO DE NEGOCIOS
Cristina y Néstor formaban un matrimonio de negocios. La propia Cristina
reconoce que no les gustaban las demostraciones de afecto. Cada cual tenía
su vida amorosa resuelta por su lado. A ella se le atribuyen aventuras con
un gobernador, un banquero, el jefe de escoltas... Las de Néstor eran bien
conocidas. Pero los unía el gusto por el poder. No era una relación de
iguales. Él la dominaba. Le regaló la Presidencia para que no incordiase
mientras él llevaba las riendas en la sombra. «No le vengan con problemas a
Cristina», les decía a sus colaboradores. «Hablen conmigo». Le dio una
bofetada cuando Cristina perdió la votación en el conflicto que tenía con el
campo. Pero tenían un pacto: seguir siempre adelante, pase lo que pase.
LOS DOBLONES DE NÉSTOR
Néstor siempre fue un caudillo patagónico que quería hacer plata. Era
pragmático. Cristina le ofrenda la expropiación de YPF. La tentación de
solucionar la crisis con el yacimiento petrolífero de Vaca Muerta, que vale
250.000 millones de dólares, es grande. ¿Pero de dónde saldrán los 25.000
millones que se necesitan para explotarlo? Además, tanto Néstor como ella
aplaudieron la privatización. Y también dieron a la familia Eskenazi el 25
por ciento sin poner un solo peso. Los Eskenazi iban pagando con lo que iban
ganando. A Néstor solo le importaban las empresas donde había plata.
Teniendo dentro un testaferro, solo quería que entraran en sus arcas los
doblones... El patrimonio de los Kirchner creció de 1,5 a 16 millones de
dólares en siete años.
EL MITO MONTONERO
Ella tiene un sesgo ideológico muy marcado. Le gusta recordarse a sí misma
como una militante de izquierda muy activa durante la dictadura. Pero no fue
ninguna subversiva. Yo fui montonera. Y tengo que decir que hubo dos
demonios: la dictadura militar y los montoneros. Es la guerrilla más
desprestigiada del mundo. No hay heroicidad en matar por la espalda. Pero
como decimos en Argentina, la juventud «ha comprado el relato». Ha
mitificado a los montoneros. Ser hijo de desaparecido te da prestigio y
también patente de impunidad. Y estos jóvenes que rodean a la presidenta han
idealizado esa época. Para ellos, el mundo empieza con el 'default' de 2001.
No vivieron la represión. Cuando sonó el primer tiro, Cristina le pidió a
Néstor que se fueran del país. Pero él decidió volver al sur. Y allí
hicieron fortuna, codeándose con los militares.
LA VIUDA ETERNA
Cristina tiene un coro a su alrededor que la adula. Para llegar a ella
tienes que ser amigo de su hijo, Máximo. Ni siquiera sus ministros tienen
acceso. Los `muchachos´ de Máximo forman su guardia pretoriana, aunque no
son gente de revólver; más bien, burócratas. Niños bien. Viven en Puerto
Madero, visten de marca... Los kirchneristas suelen ser menores de 40 años.
A los que vivieron de verdad los 70 no se les puede engañar. La expropiación
es una huida hacia delante que nos lleva al ostracismo internacional. En su
primer mandato estuvo más tranquila. Pero pierde el sentido de la mesura a
partir del funeral de Néstor. Se convierte en la viuda de Argentina. Arrasa
en las elecciones. Cristina ya no se saca el luto. Hace bien. Le ha rendido
mucho ser viuda. Cada día estrena un vestido negro. El argentino tiene esa
vena compasiva.
Fuente:Finanzas.com (España)
lunes, 11 de junio de 2012
Estado de situación del gobierno nacional
Finalmente, algunos de los más íntimos allegados a Cristina Fernández -de la operación no fue ajeno su hijo Máximo- lograron convencerla de la necesidad política de quitarlo a Amado Boudou de la escena cada vez más complicada. La idea consiste en exigirle que pida una licencia que deberá concederle el Congreso, a los efectos de librar el camino para encontrar una solución a la crisis que al gobierno ya se le descontrola.
Para colmo, desde unas horas antes, la estabilidad emocional de la Presidente de la República, enferma, tuvo un ataque de descontrol al compás de su desilusión por los noveles y jóvenes funcionarios en los que había depositado su esperanza. Todo se le viene abajo; la incautación de YPF se convirtió no sólo en un fiasco sino en un camino virtualmente sin salida; el inútil Canciller es más un lastre que un consejero en busca de soluciones; el vínculo con Tomada -ministro clave ante el problema de la CGT que también se le fue de las manos-, enfriado, ya no es el de antes; De Vido quiso más de una vez tomar distancia en las últimas semanas y hasta el propio Carlos Bettini, a quien tiempo atrás hizo venir de la embajada en España, había sido cortante cuando rechazó el plan que la viuda estaba dispuesta a llevar adelante y se volvió a Madrid.
No aceptó ser su mano derecha en nombre de una vieja amistad revolucionaria y viajó para seguir con los negocios que favorecían a muchos ubicados en la cúspide del poder.
Empecinada, la Presidente siguió adelante con su proyecto, que ahora vino a definir como “cultural”, es decir, un cambio profundo, total, en la sociedad argentina, sus modalidades y costumbres. Intuye que “La Cámpora” no cumple ese rol modificatorio que se había propuesto y ahora hasta el mismo Horacio Verbitsky tomaba distancia.
Su ausencia en el acto de celebración por el aniversario de Página 12 le resultó inexplicable y comenzó a escuchar las sugerencias en el sentido de que debe tomarse un descanso. Así, la mañana de ayer registró movimientos febriles en la Quinta de Olivos, mientras reclamaba “los papeles” que incriminaban a Amado Boudou en complejos negociados. El candidato elegido a dedo también fallaba en la arquitectura que pensaba armar, dirigir y utilizar para lanzarse al estrellato continental y llenar el vacío que dejaría la muerte de Hugo Chávez.
Mientras se decidían las medidas que asegurarían la salida del guitarrista para convertir a la Presidente Provisional del Senado, señora de Alperovich, en segunda en la sucesión, llegaban las noticias de las dificultades en que habían derivado la maniobra contra Daniel Scioli: el campo resistiría hasta lo inimaginable el denominado “impuestazo” que debía contribuir a las arcas que maneja el Poder Central y en su intimidad se reconstruía el fantasma de “la 125”, la primera y gran derrota que marcó un punto de inflexión en la marcha ascendente de Néstor Kirchner.
Sus asesores de inteligencia le daban cuenta de grupos activos de productores ubicados sobre las rutas importantes que desembocan en la Capital Federal, las entidades de la Mesa de Enlace no ocultaban los planes para extender el conflicto a todo el país, por el profundo contenido ideológico que implicaba el peso impositivo que acató Scioli.
Los economistas “destituyentes” destacaban que las reservas genuinas del Banco Central no superaban los diez mil millones de dólares y nadie sabía responderle con qué recursos se pagarían los combustibles que habrá que importar. Los números de Axel Kicillof no cerraban, los dólares que esperaba de la cosecha no alcanzarían por culpa de la sequía y debió aceptar grandes quitas a los envíos de fondos a las provincias.
Sólo favorecería -como siempre- a los gobernadores más fieles, pero lo concreto lo tenía delante de las narices y debía tomar decisiones. “Too much” se dijo a sí misma y la idea de sus hijos en el sentido de tomarse un descanso era tentadora. La mujer de Alperovich era “del palo” y no modificaría el rumbo que quería imponer a los argentinos.
En La Plata, Scioli, siempre dudoso, se debatía entre la necesidad de los recursos que le debían y la cesación de pagos en que incurriría si no llegaban.
Pero lo más caro para su futuro sería agachar la cabeza ante las exigencias de la Casa Rosada, aplicar el impuestazo, malquistarse definitivamente con un sector que antes lo había votado y, lo que será peor, la imagen de acatamiento a la que sometía su figura ¿Quién lo respaldaría en busca del Sillón de Rivadavia si no sabía “mostrar los dientes” justo en el momento en que debía hacerlo…? Pese a todo y mientras las primeras filas de productores presionaban en La Plata, el gobernador tomó la lapicera y confirmó aquello de que “un gobernador de Buenos Aires nunca sería presidente de la Nación”. El motonauta se suicidó políticamente pero debemos reconocer que ese hecho modifica el cuadro político para el futuro cercano del país.
De todos modos, el conflicto ahora gira sobre sí mismo y apunta al Gobierno Central, que comienza a retacear los aportes que les corresponden a las provincias y éstas a sus municipios.
Desde el Ministerio del Interior (que parece no existir) se anuncia a los gobernadores que deben esperar hasta el mes de agosto para recibir fondos aliviadores y mientras tanto aparecen las monedas locales y ahora aparecieron en escena los problemas derivados de las prohibiciones sobre el dólar. Industrias grandes, medianas y pequeñas deben cerrar sus puertas, como sucede, por ejemplo, en la siempre explosiva Córdoba.
Allí la planta de la FIAT inició la suspensión de personal y posiblemente hoy cierre las puertas hasta nuevo aviso; la fábrica Renault, que tampoco puede importar autopartes, paralizará su línea de producción, en tanto la fábrica de motores Perkins dejó de funcionar y fue ocupada por sus operarios.
La VW atraviesa por los mismos problemas y hasta las empresas de aire acondicionado para determinadas marcas de automotores suspendieron las entregas y por ende hicieron lo mismo con su personal. Idéntico panorama ofrecen fábricas más pequeñas, como la que entrega las alfombras para la FIAT, y concurrentemente, tal como sucede en todas partes, la actividad inmobiliaria está paralizada.
En síntesis, miles de obreros viven de los sueldos cobrados hasta el momento y, en concreto, el campo y la industria no saben a qué atenerse, todo un tema al que sólo le falta que se incorpore la CGT y los gobernadores “blanqueen” sus inquietudes respecto del futuro institucional.
Pero ha sido el ciudadano de la calle quien tomó la iniciativa ante la inoperancia de los partidos políticos. Anoche, mientras los últimos ciudadanos abandonaban sus oficinas, la Plaza de la República fue testigo de una espontánea concentración que a los gritos y con ruidosas cacerolas reclamaba contra la corrupción y la inseguridad. Lo interesante fue que espontáneamente los automovilistas adhirieron a bocinazos, que se extendieron por toda la ciudad, llegaron a los barrios más alejados y durante casi una hora atronaron con cánticos que también llegaban desde los balcones y ventanas. Ya sabemos cómo terminan estas cosas. La rebelión civil se puso en marcha.
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