viernes, 22 de noviembre de 2013

30 años de la recuperación democrática argentina

Por Otto Klappenbach La Ley 8.871, impulsada por Hipólito Yrigoyen y conocida como ley Saenz Peña, que estableció el voto masculino universal, obligatorio y secreto - sancionada el 10 de febrero de 1912 - inicia el período democrático moderno en la Argentina. En diciembre de 1924, con motivo de la celebración de los cien años de la batalla de Ayacucho, que puso fin a la guerra de la independencia americana iniciada el 25 de mayo de 1810 en Buenos Aires, Leopoldo Lugones pronunció las célebre conferencia en Lima donde anunció: Ha sonado otra vez, para bien del mundo, la hora de la espada. El presagio se concretó el 4 de septiembre de 1930 cuando el azote recurrente del golpe militar y el fraude se iniciaban en la Argentina contemporánea. En su discurso de despedida del año 1944 el entonces vicepresidente de la Nación coronel Juan Perón anunciaba que: La era del fraude ha terminado para siempre en la Argentina. Las elecciones de 1946 volvían a la normalidad institucional. El proceso democrático se perfeccionaría en la década de 1950 con la sanción de la ley del voto femenino y la ley Nacional Nº 14.037 que iniciaba a el proceso de provincialización de los territorios nacionales que concluyó con el l 26 de abril de 1990 con la creación de actual provincia de Tierra del Fuego, Tierra del Antártida e Islas del Atlántico Sur. Con el fin de los territorios nacionales se complementaba la democratización nacional al permitir que todos los habitantes de esos dilatados territorios pudieran elegir las autoridades locales, provinciales y nacionales. Con la Revolución de 1955 se interrumpe el proceso democrático y se establece un nuevo azote: la proscripción de los partidos populares. En este nuevo proceso de alteración democrática se destaca labor del Dr. Ricardo Balbín. El haber incluido a la Unión Cívica Radical en la conjunción de partidos, entre ellos el Justicialista, en lo que se denominó “La Hora del Pueblo” en 1972, a fin de unificar esfuerzo para acotar la denominada “Revolución Argentina”. Sus posteriores acuerdos y entrevistas con el general Juan Perón. La despedida que pronunciara en nombre de los partidos opositores en el sepelio de éste último. Y el aliento al presidente del justicialismo, Dr. Felipe Bitel, a volver a conformar la multipartidaria a fin de combatir el conocido como “Proceso Militar” a fines de los años 80, etc, fueron hechos que contribuyeron para que las fuerzas políticas pudieran unir sus esfuerzos en pro de la restauración democrática. La democracia argentina se restablece el 10 de diciembre de 1983, con la asunción del Dr. Ricardo Alfonsín como presidente constitucional. Constituye un agravio a nuestro pueblo lo expresado recientemente por el premio Nobel de literatura Mario Vargas Llosa que, al homenajear a Margaret Thacher, señaló: Si no hubiera sido en buena parte por ella, la dictadura militar argentina seguiría tal vez en el poder, aumentando su prontuario de crímenes. La restauración democrática que se inicia en Argentina hace treinta años constituye la culminación de un proceso en el cual al guerra de Malvinas es ajeno. Fue seguido por la restauración democrática del resto de los países de la región, que no habían tenido una guerra internacional. Fue un proceso en el que factores externos e internos lo determinaron y consolidaron Entre los primeros señalo la implosión de la Unión Soviética, el 25 de diciembre de 1991, que puso final a la guerra fría y al mundo bipolar. Dejando de dar consistencia a las doctrinas de la seguridad nacional y a los sueños revolucionarios de la guerrilla subversiva. En el orden interno he señalado la acción mancomunada de las fuerzas políticas argentinas. El proceso de la nueva democracia argentina se consolidada jurídicamente con la convención se reunió en Santa Fe, entre junio y agosto de 1994. Al decir de Alfonsín: “Fue una verdadera ágora, un taller de forja de la democracia argentina donde ser reivindicó el lugar de la política como diálogo, como espacio de formación de consensos y disensos, de identidades y de proyectos”. La Convención Constituyente incorporó a la Carta Magna los derechos humanos, sobre los cuales asienta su aporte original: ser para el futuro la “Constitución de los Derechos Humanos”. Quedó también consagrado por la Constituyente el derecho a resistencia a la opresión. La reforma establece la igualdad real de oportunidades entre varones y mujeres El Habeas Corpus, y Habeas Data como la Acción de Amparo son garantías que quedaron incorporada expresamente al texto de la Constitución. Se consagra el sufragio universal, igual, secreto y obligatorio. Los partidos políticos son considerados “son instituciones fundamentales del sistema democrático”. Se considera el derecho de los ciudadanos a la iniciativa de presentar proyectos de ley. Se establece que: “todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano. La utilización racional de los recursos naturales, a la preservación del patrimonio natural y cultural y de la diversidad biológica, y a la información y educación ambientales”. Asimismo: “los consumidores y usuarios de bienes y servicios tienen derecho, en la relación de consumo, a la protección de su salud, seguridad e intereses económicos”. También es importante la alteración jurídica de la escala normativa de la actual constitución, pues los tratados internacionales adquieren categoría supra legal. Especialmente las declaraciones americanas de los derechos y deberes del Hombre y la Universal de Derechos Humanos como la Convención de los derechos del Niño, el tratado de Costa Rica, etc. Se acotó el mandato presidencial y el período de los senadores; cuyo número se incrementó a tres por provincias; correspondiendo uno a la oposición. También se determinó que tanto el Presidente y el Vicepresidente como los Senadores fueran elegidos en forma directa por el pueblo. Y se estableció la doble vuelta para la elección de los primeros. Asimismo se estableció la selección de los magistrados por medio del Consejo de la Magistratura. La Convención Constituyente estableció la autonomía de la ciudad de Buenos Aires y la elección de su Intendente en forma directa por los ciudadanos de la misma. Se incorporan nuevas instituciones en el texto de nuestra Carta Magna: • El jefe de gabinete de ministros, con responsabilidad política ante el Congreso de la Nación, le corresponde entre otras facultades: ejercer la administración general del país. Expedir los actos y reglamentos que sean necesarios para ejercer las facultades que se le atribuye y de aquellas que le delegue el presidente de la Nación. Efectuar los nombramientos de los empleados de la administración, excepto los que correspondan al presidente. Enviar al Congreso los proyectos de ley de Ministerios y de Presupuesto nacional, previo tratamiento en acuerdo de gabinete y aprobación del Poder Ejecutivo. Hacer recaudar las rentas de la Nación y ejecutar la ley de Presupuesto nacional. Concurrir a las sesiones del Congreso y participar en sus debates, pero no votar. Producir los informes y explicaciones verbales o escritos que cualquiera de las Cámaras solicite al Poder Ejecutivo. • La Auditoria General de la Nación con autonomía funcional cuyo presidente se nombra a propuesta del partido opositor más importante. Tendrá a su cargo el control de legalidad, gestión y auditoría de toda la actividad de la administración pública centralizada y descentralizada. • El Ministerio Público a fin de defender los intereses generales de la sociedad. • El Defensor del Pueblo, cuya misión primera es la defensa y protección de los derechos humanos, es designado por el Congreso. Durante estos treinta últimos años la democracia argentina padeció de inestabilidades instituciones como la Semana Santa de 1987; las sublevaciones de Monte Caseros, el 16 de enero de 1988 y la de Villa Martinelli el 2 de diciembre de 1988. Varios presidentes acotaron sus mandatos constitucionales por razones de crisis político-económicas. Todas estas vicisitudes fueron superadas dentro del marco de la Constitución y la leyes, que fortalecieron la República. La democracia forma parte del ADN de la nacionalidad argentina. Nació con la Patria cuando, en aquel célebre cabildo abierto del 22 de mayo de 1810, la mayoría de los asistentes siguieron el voto de Cornelio Saavedra que al fundar la sustitución del Virrey por una junta popular dejó aclarado que: no quede duda de que el pueblo es el que confiere la autoridad o mando.

El peronismo y el nuevo Código Civil

RAMON CARRILLO DÍA INTERNACIONAL DEL NIÑO POR NACER Afiche de campaña (hacia 1950) Ministerio de Salud Pública de la Nación En virtud a la Reforma del Código Civil, y con el dictamen firmado el 20 de corriente, ratificando “que la vida humana comienza con la concepción”, principio solicitado por la Iglesia, envío antecedente que sobre el tema, contemplaba el gobierno del general Juan D. Perón, apoyado en la magnífica elaboración y propuesta del ministro Dr. Ramón Carrillo. El afiche que acompañaba la campaña y el resumen que acompaña, ponen de manifiesto la indubitable esencia cristiana del justicialismo, adelantándose a las nuevas concepciones que el mundo adoptara con posterioridad. Es justicia el reconocimiento a quienes desde la Argentina marcaran rumbo en los derechos del hombre desde como allí lo dice “desde antes de nacer”, y que el recuerdo de estas obras no disimulen el olvido de los verdaderos principios del justicialismo que muchos diera la impresión vienen padeciendo. Será justicia. Un abrazo peronista. José María Di Giorno Recordamos también que los “DERECHOS DEL RECIÉN NACIDO” y "NECESIDADES DEL NIÑO" –concebidos por nuestro Prócer de la Salud y publicados en su libro "Nace un Hijo" en 1951– sirvieron de base a la Asamblea General de las Naciones Unidas para elaborar y proclamar en 1959 la “Declaración de los Derechos del Niño”, resolución 1386 (XIV), del 20 de noviembre de 1959. MINISTERIO DE SALUD PÚBLICA DE LA NACIÓN Resolución 41749 del 27/12/1951: "…Resuelve: que se distribuya gratuitamente la Primera Edición del libro “Nace un hijo” entre todas las madres argentinas, dando especial preferencia a las que trabajan, en oficinas, fábricas o talleres." (Memoria del MSPN, junio 1946 a mayo 1952, p. 419). "Estas páginas, dedicadas a las madres, sobre todo a las madres humildes, a las madres del pueblo, laboriosas y fecundas, han sido escritas con el pensamiento puesto en el porvenir de la Patria. Porvenir que cobra vida en cada uno de los niños que nacen de un extremo a otro de su inmenso territorio." (Ramón Carrillo; "Nace un Hijo". Prólogo, pág. 13) LOS DERECHOS DEL RECIÉN NACIDO I. Derecho a tener padre y madre. II. Derecho a ser deseado y recibido con alegría y tranquilidad. III. Derecho a que se le suministre el mejor alimento: la leche de su propia madre. IV. Derecho a que se le eduque desde su nacimiento. V. Derecho a que se investiguen las causas de su llanto. VI. Derecho a la luz, al sol y al aire libre. VII. Derecho a tener un ajuar adecuado y limpio. VIII. Derecho a dormir solo en su cuna. IX. Derecho a no ser juguete de los mayores. X. Derecho a la higiene. XI. Derecho a la asistencia médica. XII. Derecho a que sus padres sepan cómo se desarrolla. "Toda necesidad, en un niño, es un derecho. La idea de un derecho determinado es una abstracción del espíritu; la noción de necesidad es algo concreto, emergente de la biología." "Ahora señalamos las necesidades del niño en su avance, como niño, por los caminos de la vida." NECESIDADES DEL NIÑO 1. PREVISIÓN Necesita llegar a la vida con un máximo de seguridad y un mínimo de previsiones para su porvenir. 2. HOGAR Necesita un hogar bien constituido e ignorar las diferencias entre sus padres. 3. ASISTENCIA Necesita protección jurídica y sanitaria. 4. COMPRENSIÓN Necesita ser comprendido y tratado con amor y cariño. 5. ALEGRÍA Necesita jugar y gozar de la compañía de otros niños, para su esparcimiento. 6. NATURALEZA Necesita tener contacto con la naturaleza en un ambiente optimista. 7. ROPA Y TECHO Necesita poseer ropa higiénica y vivir bajo un techo confortable, protegido contra toda inclemencia del tiempo. 8. ALIMENTO Necesita una alimentación agradable, apropiada y suficiente. 9. EDUCACIÓN Necesita una educación formativa, intelectual, moral, social y física. 10. VOCACIÓN Necesita poder desarrollar sus nobles inclinaciones naturales y su propia vocación. 11. PATRIA Necesita tener Patria y amarla. 12. DIOS Necesita conocer a Dios y el eterno destino del hombre. "Velen los padres por el futuro del niño y resuelvan sus problemas, de cambiante naturaleza, a medida que transcurren los años, con el mismo celo." "Recuerden que no basta que el retoño del rosal haya prendido en tierra óptima; es preciso regar la tierra, darle apoyo hasta que se sostenga por sí mismo, podarle a tiempo y resguardarle siempre de los malos vientos. Así, y solamente así, él también dará rosas en el futuro." Ramón Carrillo (Nace un Hijo, 1951) Del material enviado por la Profesora Lic. Teresita Carrillo Presidente de la FUNDACION RAMÓN CARRILLO. Buenos Aires

domingo, 9 de junio de 2013

EL PAPA FRANCISCO, EL PERONISMO Y LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

Por Pascual Albanese “Milagro argentino: un peronista en el trono de San Pedro”, rezaba un título publicado en la portada de “Clarín” el pasado miércoles 15 de marzo. La elección del Papa Francisco y las consiguientes alusiones al ascenso del “Papa Peronista”, que otorgaron enorme interés, no exento de polémicas, a los antiguos y conocidos vínculos entre el cardenal Jorge Mario Bergoglio y el peronismo, obliga también a poner el foco, a la inversa, en un asunto que es todavía más relevante: la relación entre el peronismo y la doctrina social de la Iglesia , cuya naturaleza está más allá de las controversias circunstanciales. Este vínculo entrañable entre el peronismo y la doctrina social de la Iglesia no es solamente una cuestión teórica. Es también una experiencia viva. Porque el hecho, comprobado e innegable, de que en la década del 70 el padre Bergoglio, como sucedió con la gran mayoría de los argentinos, se haya sentido fuertemente atraído por el peronismo y por la figura de su líder, sería absolutamente inexplicable si no fuera por algo que Perón destacó siempre: desde sus orígenes, la doctrina justicialista estuvo emparentada con esa doctrina social emanada de las encíclicas papales, aunque dicha identificación jamás impregnó a su movimiento de tintes confesionales. Entre los centenares de citas de Perón que avalan esa certeza, alcanza con recordar sólo dos, de 1945 y de 1974, al comenzar y al culminar sus treinta años de vida pública. Una, tal vez la primera referencia específica al tema, en cuestión, extraída de un discurso pronunciado el 14 de diciembre de 1945, dice que “nuestra doctrina ha salido en gran parte de las encíclicas papales y es la doctrina social cristiana”. La segunda cita pertenece a su obra póstuma, el “Modelo Argentino para el Proyecto Nacional” de 1974, cuando dice: que “existe una cabal coincidencia entre nuestra concepción del hombre y del mundo, nuestra interpretación de la justician social y los principios esenciales de la Iglesia ” y puntualiza también que “ la Iglesia y el justicialismo instauran una misma ética, fundamento de una moral común”. LAS ENCÍCLICAS SOCIALES Esas fuentes de inspiración se remontan, en primer lugar, a la primera de las encíclicas sociales, la “Rerum Novarum” de León XIII, de 1891, y a la “Quadragesimus Annus”, de Pío XI, de 1931. Ambos documentos sentaron las bases del magisterio social de la Iglesia , que luego se fue actualizando, para adecuarse a la constante evolución de los tiempos. Desde la “Rerum Novarum”, que sugestivamente significa “Acerca de las cosas nuevas”, la Iglesia asume los desafíos derivados del ascenso del capitalismo, reivindica la centralidad de la cuestión social, sin endosar por ello la ideología de la lucha de clases, y condena al individualismo liberal y al colectivismo marxista, una doble negación que constituye el punto de partida de lo que Perón define como “tercera posición”. En su obra cumbre, “ La Comunidad Organizada ”, Perón afirmaba: “la lucha de clases no puede ser considerada hoy en ese aspecto que ensombrece toda esperanza de fraternidad humana. En el mundo, sin lugar a soluciones de violencia, gana terreno la persuasión de que la colaboración social y la dignificación de la humanidad constituyen hechos, no tanto deseables como inexorables. La llamada lucha de clases, como tal, se encuentra en trance de superación”. Con Perón, los trabajadores argentinos lograron construir la organización sindical de raíz cristiana más importante del mundo entero, claramente diferenciada del marxismo, casi cuarenta años antes del surgimiento de de Lech Walsesa y de Solidaridad en Polonia. Desde esa óptica, el peronismo fue actor protagónico de la evangelización cultural del mundo del trabajo. En ese sentido, Perón recalca, también en “ La Comunidad Organizada ”, el sentido y la forma que para el justicialismo asume el cambio social: “el tránsito del ”yo” al nosotros no se opera meteóricamente, como un exterminio de las individualidades, sino como una reafirmación de éstas en su función colectiva. El fenómeno, así, es ordenado y se sitúa en el tiempo una evolución necesaria, que tiene más fisonomía de Edad que de Motín”. Para Perón, como para los filósofos griegos clásicos, la justicia no era un sinónimo de igualdad, y mucho menos de igualitarismo, sino más bien un equivalente de equilibrio y armonía. De allí el apotegma de “todo en su medida y armoniosamente” que muchos recuerdan y pocos entienden. También en “ La Comunidad Organizada ”, Perón plantea la necesidad de una síntesis creadora entre los principios de justicia social y de libertad, que eran los respectivos estandartes de las dos ideologías mundialmente en pugna: “Ni la justicia social ni la libertad, motores de nuestro tiempo, son comprensibles en una comunidad montada sobre seres insectificados, a menos que, a modo de dolorosa solución, el ideal se concentre en el mecanismo omnipotente del Estado. Nuestra comunidad, a la que debemos aspirar, es aquélla donde la libertad y la responsabilidad son causa y efecto, en que exista una alegría de ser, fundada en la dignidad propia. Una comunidad donde el individuo tenga realmente algo que ofrecer al bien general, algo que integre y no sólo su presencia muda y temerosa”. En la “Quadragesimus Annus”, Pío XI introduce un concepto novedoso y fundamental: el principio de subsidiariedad, que establece con precisión la delimitación de las funciones del Estado y de la sociedad, que representa el eje de la polémica histórica entre el individualismo y el totalitarismo. En un mundo sacudido por la crisis capitalista de 1929 y por el avance de los totalitarismos en Italia, Alemania y la Unión Soviética , la Iglesia alza su voz contra los peligros esa expansión encerraba para la libertad humana. Según esa visión, el Estado tiene como misión realizar las tareas que no estén en condiciones de cumplir las asociaciones intermedias. Resulta importante destacar que esas esferas de acción del Estado y la sociedad no pueden sacralizarse dogmáticamente en una lista válida para todo tiempo y todo lugar, sino que están siempre sujetas a las variaciones que imponen las circunstancias históricas concretas. Precisamente el principio de subsidiariedad y el rol de las asociaciones intermedias son el núcleo básico del proyecto de Perón de construir una “comunidad organizada” que se sustente en las “organizaciones libres del pueblo”. Perón definió a la comunidad organizada como el resultado de la convergencia entre “un gobierno centralizado, un Estado descentralizado y un pueblo libre”. Si existe un punto que distingue y enfrenta al actual gobierno con ese núcleo mismo de la visión de Perón es justamente éste. Para Perón, las organizaciones del pueblo tienen que ser libres, esto es independientes de la tutela estatal. Este gobierno, en cambio, busca reducir sistemáticamente a todas las organizaciones sociales, desde las estructuras sindicales hasta las asociaciones empresarias, a la condición de apéndices del Estado. UNA ACTUALIZACIÓN DOCTRINARIA Pero ni la doctrina social de la Iglesia ni el peronismo pueden reducirse a un dogma cerrado, inmune al paso de los tiempos. Tanto la una como el otro saben de la necesidad de una actualización permanente. El Concilio Vaticano II, fruto de la inspiración de Juan XXIII, constituye el ejemplo más extraordinario de renovación protagonizado por una institución milenaria. En innumerables oportunidades, Perón alertó contra la fosilización del pensamiento. En abril del 1974, en un discurso en el Teatro Cervantes, dijo: “No pensamos que las doctrinas sean permanentes, porque lo único permanente es la evolución y las doctrinas no son sino una envoltura para cabalgar esa evolución, sin caernos”. En el caso de la Iglesia Católica , después de la “Cuadragesimus Annus”, aparecieron la encíclica “Mater el Magistra” de Juan XXIII en 1961 y la “Populorum Progressio” de Paulo VI en 1967, que buscaron adaptar la doctrina social a las exigencias del mundo de la guerra fría, y – ya en las últimas décadas - la “Laborem Exercens” en 1981 y “Centesimus Annus” en 1991, de Juan Pablo II, y “Caritas in Veritate” de Benedicto XVI, en 2009, enfocadas en la realidad específica de la era de la globalización. En “Centesimus Annus”, Juan Pablo II hace un lúcido diagnóstico sobre los desafíos sociales de la nueva sociedad de la información, surgida de la gran revolución tecnológica de nuestra época: “Si en otros tiempos el factor decisivo era la tierra y luego lo fue el capital, entendido como conjunto masivo de maquinaria y de bienes instrumentales, hoy el día el factor decisivo es cada vez más el hombre mismo, es decir su capacidad de conocimiento, que se pone de manifiesto mediante el saber científico y su capacidad de organización solidaria, así como la de intuir y satisfacer las necesidades de los demás”. Advierte asimismo que “de hecho, hoy muchos hombres, quizás la gran mayoría, no dispone de medios que le permitan entrar de manera efectiva y humanamente digna en un sistema de empresa, donde el trabajo ocupa un lugar verdaderamente central. No tienen posibilidad de adquirir los conocimientos básicos que les ayuden a expresar su creatividad y desarrollar sus actividades. No consiguen entrar en la red de conocimientos y de intercomunicaciones que les permitirían ver apreciadas y utilizadas sus cualidades”. Por tal motivo, agrega Juan Pablo II, “ellos, aunque no explotados propiamente, son marginados ampliamente y el desarrollo económico se realiza, por sí decirlo, por encima de su alcance”. En “Caritas in Veritate”, Benedicto XVI aborda la cuestión central de esta era de la globalización: la necesidad de construir un ordenamiento político mundial. Señala que “para gobernar la economía mundial, para sanear las finanzas afectadas por la crisis, prevenir su empeoramiento, para lograr un oportuno desarme integral, la seguridad alimentaria y la paz, para garantizar la salvaguardia del ambiente y regular los flujos migratorios urge la presencia de una verdadera Autoridad Política Mundial, que debe atenerse de una manera concreta a los principios de subsidiariedad y solidaridad”. Añade Benedicto XVI que esa autoridad política mundial tendría que estar “regulada por la ley”. Por tal motivo,”necesitaría estar universalmente reconocida e investida con el poder efectivo para garantizar la seguridad de todos, respeto por la justicia y por los derechos”. En consecuencia, “obviamente, tendría que tener la autoridad para asegurar el cumplimiento de sus decisiones por parte de todos los implicados, y también de las medidas coordinadas adoptadas en foros internacionales”. En este punto, resulta extraordinaria la anticipación estratégica de Perón, quien hace cuarenta años, en 1973, predecía: “Esta evolución que nosotros estamos presenciando, va a desembocar, quizás antes de que comience el siglo XXI, en una organización universalista que reemplace al continentalismo actual y en esa organización universalista se llegará a establecer un sistema en que cada país tendrá sus obligaciones, vigilado por los demás, y obligado a cumplirlas aunque no lo quiera, porque es la única manera de que a humanidad puede salvar su destino frente a la amenaza de la superpoblación y de la destrucción ecológica del mundo”. LAS PARALELAS QUE SE JUNTAN En política, a diferencia de la geometría euclidiana, las paralelas a veces se juntan. Las trayectorias paralelas entre el peronismo y el cardenal Bergoglio convergen en las dramáticas turbulencias de la década del 70, que tienen su pico culminante en 1973. El padre Bergoglio fue el Provincial de la Compañía de Jesús en la Argentina a quien le tocó lidiar dentro de orden con la acción de una corriente, identificada con una determinada y parcial interpretación de la Teología de la Liberación , que era tributaria del marxismo como ideología y del empleo de la violencia como método para la conquista del poder. Pero ese combate, que se desarrollaba en el seno de la Compañía de Jesús y en toda en Iglesia Católica, era simultáneo y concomitante con el conflicto que en ese mismo momento político enfrentaba a Perón con la dirección de “Montoneros”, que desafiaba su conducción y que, con argumentos análogos a los utilizados dentro de la Iglesia por los partidarios de esta particular versión de la Teología de la Liberación , pretendía discutir la identidad doctrinaria del peronismo. Demás está decir que estos conflictos que se desarrollaban al mismo tiempo en el seno de la Iglesia y en el plano político no se limitaban a la Argentina , sino que abarcaban virtualmente a toda América Latina y se daban en el escenario global de la confrontación entre las superpotencias característico de la guerra fría. Para resaltar la simultaneidad entre estos acontecimientos, que por su paralelismo ilustran también sobre las coincidencias entre el peronismo y la doctrina social de la Iglesia , ya que permiten mostrar que hasta incluso las controversias de interpretación son a veces bastante similares, conviene consignar que Bergoglio fue designado Provincial el 31 de julio de 1973, apenas dieciocho días después de la renuncia a la presidencia de Héctor Cámpora, punto y momento en que Perón inicia su ofensiva política contra la conducción de “Montoneros”. En ese clima de confrontación, se registró una fractura en el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. El centro de la discusión, que no fue teológico sino político, giraba en los hechos, más allá de los enunciados en torno de dos posiciones. Por un lado, la Revolución en Paz y la Comunidad Organizada , impulsadas por Perón. Por el otro, la lucha armada y la “Patria Socialista”, reivindicadas por la dirección de “Montoneros”. En ese escenario, el padre Carlos Mujica condenó la alternativa de la violencia: “el pueblo se ha podido expresar libremente, se ha dado sus legítimas autoridades. La elección de aquella vía, entonces, procede de grupos ultra minoritarios, políticamente desesperados y en abierta contradicción con el actual sentir y la expresa voluntad del pueblo”. Esa contraposición dentro de la Iglesia se desarrolló entre una versión absolutamente ideologizada del hecho social y la visión de la religiosidad popular que expresa, como pocos, otro sacerdote jesuita, Lucio Gera, uno de los máximos teólogos latinoamericanos, cuya visión, ampliamente compartida por Bergoglio, enfatizaba que “el pueblo ante todo es una perspectiva histórica, es el sujeto de la historia, es una memoria, es una conciencia, un proyecto histórico y, al mismo tiempo, una cultura común”. En Bergoglio, un amante de la literatura, cobra valor la observación que hace Dostowiesky en “Los hermanos Karamasov”: “Quien no cree en Dios tampoco cree en el pueblo de Dios. En cambio, quien no duda del pueblo de Dios verá también la santidad del alma del pueblo, aún cuando hasta ese momento no hubiera creído en ella. Sólo el pueblo y su fuerza espiritual es capaz de convertir a los desarraigados de su propia tierra”. En medio de esta dura confrontación, tuvo que actuar Bergoglio y en esa acción que se manifestó públicamente en la Universidad del Salvador, cosechó amigos, tanto en la Iglesia como en el peronismo, pero también enconados adversarios. Incluso padeció después una cierta marginación dentro de la propia Compañía de Jesús, que en 1979 fue intervenida por el Papa Juan Pablo II, en una de las decisiones más drásticas adoptadas por la Santa Sede en muchos años, para ejecutar dentro de sus filas, pero a escala mundial, una tarea similar a la cumplida por Bergoglio en la Argentina de la década del 70. Corresponde señalar que la “leyenda negra“ tejida sobre Bergoglio, llena de acusaciones calumniosas e infamantes, que ahora es refutada inequívocamente por testigos y protagonistas insospechables, fue una de las esquirlas de aquel enfrentamiento. Pero esa profunda sintonía de pensamiento con el Perón del 73, aquél que planteaba la unidad nacional y señalaba que “para un argentino no puede haber nada mejor que otro argentino” signó al padre Bergoglio, no en un sentido partidista, ni mucho menos faccioso, sino en la dimensión de una identificación cultural y una comunidad doctrinaria, que adquiere hoy mayor relevancia que nunca. UN PENSAMIENTO ENCARNADO En su libro “Adán Buenos Aires”, una de las lecturas favoritas del cardenal Bergoglio, Leopoldo Marechal distinguía entre la “batalla celeste” y la “batalla terrestre”. A modo de analogía, puede decirse que la misión de la Iglesia es librar la primera de esas dos batallas y el papel del peronismo es ganar la segunda. Pero hay que recalcar que, en un sentido más profundo, ambas batallas son partes distintas pero inseparables de una misma lucha, cultural y política, por la dignidad del pueblo y la afirmación de la Nación. En 1974, Perón lo decía a su manera: “la doctrina social de la Iglesia es verdadera pero incompleta. Le falta una visión acabada del ejercicio efectivo del poder político”. El peronismo se propone entonces dotar a esa doctrina, que es “verdadera”, de una “visión acabada del ejercicio político del poder político”. Dicho de otro modo, cabría caracterizar al peronismo como un gran movimiento popular orientado a encarnar políticamente la doctrina social de la Iglesia en las condiciones concretas de la Argentina. Así lo entendió Mujica, quien sostenía que “el peronismo es la doctrina social de la Iglesia encarnada en nuestro pueblo”. Pero Mujica confesó algo todavía más significativo: “yo fui antiperonista hasta los 26 años y mi proceso de acercamiento al peronismo coincidió con mi cristianización”. Vale acotar también que en la década del 70 esa prédica de Perón, que deslindaba entre la lucha por la justicia social y el resentimiento ideológico, constituyó un inesperado canal que posibilitó el acercamiento a la Iglesia de una numerosa cantidad de militantes de izquierda, para quienes el peronismo fue, a la vez, el primer paso en su camino de encuentro con la fe cristiana. El concepto de “encarnación”, que es la base de la fe cristiana, está unido a la idea de “testimonio”, que en el caso de Mujica, como ocurre también con Bergoglio, tiene más importancia que cualquier disquisición doctrinaria. Porque, para el cristianismo, Jesús es Dios hecho hombre. Su vida, pasión y muerte son un testimonio de su mensaje de redención. No era un charlatán que divulgaba una nueva ideología a la moda, sino el protagonista que, con su sacrificio, encarnó el cambio más trascendente experimentado en toda la historia universal. El Papa Francisco no se cansa nunca de subrayar la necesidad de sacar a la Iglesia de las sacristías para llevarla a las “periferias existenciales”, tal cual muestra su ejemplo como arzobispo de Buenos Aires. Reniega de la Iglesia “autorreferencial”, encerrada en sí misma. En su primera carta a los obispos argentinos, subraya: “prefiero mil veces una Iglesia accidentada por salir antes que a una enferma por cerrarse”. BERGOGLIO, PERON Y LOS FRANCISCANOS Cuando el cardenal Bergoglio eligió el nombre de Francisco, definió con ese solo gesto todo un programa para su pontificado, cuyo contenido ha venido desarrollando elocuentemente en sus constantes intervenciones públicas durante estos meses. Pero quiso el azar, o tal vez mejor la Providencia , que esa opción tuviera en la Argentina una connotación adicional, que difícilmente un hombre como Bergoglio haya podido ignorar: la estrecha relación que unió a Perón y a Eva Perón con la orden franciscana, iniciada en 1945 a través de Fray Pedro Errecart, un sacerdote franciscano que los acompañó siempre y fue quien precisamente los alentó a casarse en la iglesia de San Francisco de la ciudad de La Plata. Eva Perón fue enterrada con la túnica de hermana terciaria franciscana, un título que le fuera otorgado directamente por el Superior General de la Orden , Fray Pacífico Perantoni, durante su visita al Vaticano en 1947. Perón también fue un hermano terciario franciscano. Están documentadas las periódicas visitas de ambos a la Iglesia de San Francisco, en la calle Alsina, En el museo del convento se exhiben, con el nombre de cada uno, los reclinatorios que utilizaron para su boda. San Francisco de Asís creó ese agrupamiento, la Tercera Orden , para integrar a todos aquellos laicos que quisieran asumir un compromiso con los pobres desde sus propias realidades existenciales. La Fundación Eva Perón, protagonista de la obra más extraordinaria de acción social realizada en la historia argentina, nació en 1948, un año después de la incorporación de Evita a la orden de San Francisco. En la visión que tenía Perón de la Iglesia , no es difícil descubrir puntos de coincidencia con la tradición franciscana y con el pensamiento del Papa Francisco. En un extenso y medular mensaje pronunciado en abril de 1948 ante las máximas autoridades del Episcopado Argentino, advirtió que “al igual que no todos los que se llaman demócratas lo son en efecto, no todos los que se llaman católicos se inspiran en las doctrinas cristianas. Nuestra religión es una religión de humildad, de renunciamiento, de exaltación de los valores espirituales por encima de los materiales. Esa la religión de los pobres, de los que tienen hambre y sede de justicia, de los desheredados”. En ese mensaje, que parece reflejar algunos aspectos de la situación de la Iglesia de hoy, Perón consigna: “Saber despojarse de la vanidad que asoma tan pronto se sube un escalón de donde está situada la masa del pueblo requiere una dosis de hombría equivalente a la del héroe frente a la incertidumbre que amenaza su vida. La humildad cristiana, la afabilidad paternal, el desprecio de la pompa y el boato constituyen las dotes que más aprecia el pueblo en quienes saben practicarlas. El pueblo las aprecia no sólo por ser símbolo tangible de virtud, sino porque constituye la fuerza más poderosa que lo atrae hacia la senda que conduce a la verdadera paz de Cristo”. En referencia a la crisis de valores del mundo contemporáneo, Perón subraya que “es mejor y más conveniente para la vida del Estado como para la de la Iglesia volver a las costumbres sencillas, al predominio de la paz, del amor y de la confianza recíproca entre los hombres y entre las naciones. Para conseguirlo, el Estado ha de luchar con grandes dificultades, por la complejidad de la vida misma, por las pasiones inherentes a la condición humana y porque, en definitiva, los idearios políticos son múltiples y contradictorios. A la Iglesia , en cambio, le ha de ser más fácil el retorno a la pureza inicial de su doctrina, porque es única y porque, aún cuando en ocasiones parezca haberse desviado de su gloriosa trayectoria, siempre la predicación dogmática ha sido la misma. Y siempre ha tenido un contenido social”. EL PAPA DE LA SOCIEDAD MUNDIAL Además del primer Papa latinoamericano, y también del primer Papa americano, Jorge Bergoglio irrumpe como el primer Papa del mundo emergente, ese gran trípode configurado por Asia, Africa y América Latina, cuyo ascenso es el acontecimiento geopolítico central del siglo XXI. Así como con Karol Wojtyla el Papado dejó de ser italiano, Francisco es el primer Papa no europeo en quinientos años. Resultó electo justo cuando el viejo continente, que durante casi dos milenios fue el centro histórico de la cristiandad, experimenta una tremenda crisis económica y política, de carácter estructural, que patentiza un proceso de decadencia de incierto pronóstico. La Iglesia Católica , institución universal por definición, escapa al “cepo europeo” y se prepara para ampliar sus horizontes de evangelización. Existe un dato demográfico que no se puede ignorar: a principios del siglo XX, el 70% de los católicos vivía en Europa. Esa cifra se reduce actualmente a menos del 30%. Está en marcha un drástico cambio en la “geopolítica del espíritu”. El 70% de los católicos habita en el mundo emergente y en Estados Unidos, país que protagoniza un espectacular avance del catolicismo, en especial a partir del acelerado crecimiento de la comunidad hispano. En América Latina, en tanto, vive casi la mitad de los católicos del mundo, aunque en términos porcentuales las tasas más espectaculares de expansión de la fe católica se registran en Africa y Asia. Este nuevo Papado tiene por delante un inédito desafío: aportar, desde el mensaje de la Iglesia Católica , a la gran discusión de fondo de nuestro tiempo, que gira sobre la estructura de poder y el sistema de valores que habrán de regir en esta nueva sociedad mundial. En términos de Perón, a Fancisco le toca ser el Papa de la era del universalismo. La formación intelectual y política de Bergoglio le otorga de elementos para encarar esa tarea. Su pensamiento político, que en el futuro será necesario analizar y profundizar sistemáticamente, está sintetizado en esas cuatro claves principales, que reiteró hasta el cansancio como arzobispo de Buenos Aires, y en las que también cabe rastrear huellas profundas del pensamiento de Perón: “el tiempo es superior, al espacio, la unidad es superior al conflicto, la realidad es superior a la idea y el todo es superior a las partes”. El hecho de que el primer viaje de Francisco tenga como destino Brasil, el socio estratégico de la Argentina para la edificación de la unidad sudamericana, es otra casualidad cargada de sentido. Aparecida, ciudad y santuario, es también el nombre de la declaración aprobada por el Episcopado latinoamericano en 2007, un documento que tuvo a Bergoglio como principal redactor, cuyo texto fue el regalo que el Papa eligió para Cristina Kirchner en ocasión de su entrevista en el Vaticano. Aparecida sintetiza la experiencia histórica de la Iglesia latinoamericana, que con Francisco accede por primera vez a la conducción universal de la Iglesia , un crucial desafío que la obliga a un nuevo salto cualitativo para colocarse a la altura de la responsabilidad que le confiere el destino, hasta ahora asumida por la Iglesia europea. En esa relación de ida y vuelta entre el peronismo y la doctrina social de la Iglesia , que Francisco patentiza en su propia experiencia personal, es posible que, más allá de cualquier inferencia subalterna, el pensamiento de Perón sobre la significación y los alcances del universalismo empiece a ejercer influencia en los acontecimientos mundiales. Porque, como bien dijera Víctor Hugo, “no hay nada más poderoso que una idea a la que le ha llegado su tiempo”. Para la Argentina , en términos estrictamente políticos, la elección de Francisco significa una extraordinaria ampliación del campo de lo posible. Hay muchas cosas que hasta ayer eran imposibles y que ahora han dejado de serlo. En política, para vencer es hay que convencer. Se abre un nuevo y gigantesco espacio para esa batalla político-cultural. Toca al peronismo aprovechar esta providencial oportunidad que le provee el destino.

1956 - 9 DE JUNIO - 2013

Homenaje a los patriotas, civiles y militares que ofrendaron sus vidas en defensa de los principios democráticos y en la lucha por el restablecimiento del gobierno legítimo del general Juan Domingo Perón. “El mundo está formado por hombres fuertes y por hombres flojos. Nuestra generación es la generación de una causa. Habremos de luchar por ella, si somos fuertes, o iremos a pedir ayuda a terceros si somos flojos”. Juan Domingo Perón Aun no se habían acallados los sonidos estremecedores del vuelo de aviones y de sus metrallas descargadas sobre la Plaza de Mayo en junio de 1955, dejando una secuela de centenares de muertos y heridos entre la población que por allí transitaba en su diario quehacer, cuando nuevos disparos, presentados como fusilamientos acabarían con un grupo de civiles y militares que manifestaban y denunciaban la usurpación del gobierno por aquellos golpistas que desplazaran el gobierno democrático del general Perón. El día 9 de junio de 1956, encabezados por el general Juan José Valle, con el apoyo de civiles y militares difundían una proclama en donde se leía: “…se vive en una cruda y despiadada tiranía, se persigue, se encarcela, se confina, se excluye de la vida cívica a la fuerza mayoritaria; se incurre en la monstruosidad totalitaria del Decreto 4161…se ha abolido la Constitución….retrotrayendo el país al más crudo coloniaje…” Como respuesta, el gobierno de facto, en centenares de procedimientos, se lanza a la cacería y prisión de todos aquellos a los que consideraba agitadores o presuntos cabecillas de una rebelión popular que reclamaba la reinstauración de la democracia y la observación de los principios sociales y de justicia instalados en el gobierno cuyo sangriento derrocamiento repudiaban. Muchos de estos sospechados fueron encarcelados en distintas reparticiones militares y policiales, y muchos, pudieron de alguna manera evadir esta verdadera cacería, teniendo su mayoría que traspasar las fronteras de nuestra Patria, sobreviviendo en un exilio lleno de incertidumbres y penumbras. A partir del día 10 de junio, y a pesar de haber sido derogada la ley marcial, fueron asesinados simulando fusilamiento en Lanús; asesinados por la espalda en los basurales de José León Suárez; muertos por la represión y fusilados en La Plata; fusilados en Campo de Mayo, asesinados en la Escuela de Mecánica del Ejercito; fusilados en la Penitenciaría Nacional y ametrallados en el Automóvil Club Argentino, aquellos que como escribiera el General Valle al conocer su destino en su misiva al presidente Aramburu: “Para liquidar opositores les pareció digno inducirnos al levantamiento y sacrificarnos luego fríamente… Así se explica que nos esperaran en los cuarteles apuntándonos con sus ametralladoras…con fusilarme a mí bastaba…Pero no, han querido ustedes escarmentar al pueblo, cobrarse la impopularidad confesada…”. Juan José Valle, Eduardo A. Cortinez, Ricardo S. Ibazeta, Oscar L Cogorno,José A. Yrigoyen, Jorge Miguel Costales, Néstor D. Cano, Luis Caro, Jorge L. Noriega, Néstor M. Videla, Miguel A. Paolini, Ernesto Gareca, Mauro Costa, Luciano I. Rojas, Luis Pugnetti, José M. Rodriguez, Alberto Juan Abadie, Ramón R. Videla, Carlos Irigoyen, Rolando Zanetta, Dante H. Lugo, Clemente B. Ross, Norberto Ross, Osvaldo A. Albedro, Carlos A. Lizaso, Nicolás Carranza, Bario Brion, Vicente Rodrígues, Francisco Garibotti, Miguel Mauriño y Aldo E. Jofré, son los nombres de aquellos que con su sangre se convirtieran en el símbolo de la Primera Resistencia Nacional, resistencia que llevaría largas décadas hasta la consolidación definitiva de la democracia en nuestro País. Estos desgraciados sucesos fueron motivo y dieron causa a luchas intestinas en años posteriores, en donde el pueblo trató de lograr el restablecimiento del orden democrático y el reconocimiento hacia sus verdaderos representantes. Tras largos años la verdad histórica se impuso. Quedó develada definitivamente, y, como también expresara el general Valle: “…el Pueblo conocerá un día esta carta y la Proclama Revolucionaria… Así nadie podrá ser embaucado por el cúmulo de mentiras contradictorias y ridículas con que el gobierno trata de cohonestar esta ola de matanzas y lavarse las manos sucias de sangre”. Evocar a los mártires de las jornadas del 9 de Junio de 1956, lleva el justiciero homenaje a su sacrificio, y el afecto hacia sus descendientes, padres y hermanos de auténticos patriotas, renovando el compromiso para mantener firmemente los principios que con sus vidas ellos enarbolaran.

domingo, 26 de mayo de 2013

Perón y el GOU - Grupo de Obra de Unificación

1943 – 4 de Junio – 1946 José María Di Giorno Al asumir la presidencia de la Nación, el día 4 de junio de 1946, en su mensaje ante la Asamblea Legislativa, Perón inició sus palabras afirmando: “El compromiso que acabo de contraer, prestando el juramento constitucional se adentra en mi alma con el mismo espíritu que lo hiciera mi decisión irrevocable de abrazar la causa del Pueblo”. “…Una vez más, el brazo militar y el brazo civil, hermanados, han sostenido el honor de la Nación. De esta manera, el proceso revolucionario abierto el 4 de Junio de 1943, se cierra el 4 de Junio de 1946, y, una vez incorporada la savia vivificante del pueblo, las armas de nuestro Ejército vuelven a sus cuarteles, con la gloria de haber contribuido a implantar la justicia social, estableciendo las bases de la recuperación nacional que todos anhelamos…”. De esta forma, Perón reconocía y definía el rol fundamental del Ejército en esos tres años, y, en forma especial al papel que desempeñara el G.O.U. – Grupo de Obra de Unificación- en la conducción del mismo y en el encauzamiento de la revolución de 1943. En su libro “Tres Revoluciones Militares”, escribe Perón: “Antes del 4 de junio (se refiere al año 1943) y cuando el golpe de Estado era inminente, se buscaba salvar las instituciones con un paliativo o por convenios políticos, los que comúnmente llamamos acomodos. En nuestro caso, ello pudo evitarse porque, en previsión de ese peligro habíamos constituido un organismo serio, injustamente difamado, el famoso G.O.U., que era necesario para que la revolución no se desviara, como la del 6 de setiembre de 1930”. Continuaba diciendo: “Conviene recordar que las revoluciones las inician los idealistas con entusiasmo, con abnegación, desprendimiento y heroísmo y las aprovechan los golpistas y nadadores en río revuelto. El G.O.U. hizo que se cumpliera el programa revolucionario, imponiéndose una norma de conducta y un contenido económico, social y jurídico”. Esta actitud permitió, a partir de 1943, la formación de una conciencia social y nacional, que culminaran en las jornadas del 17 de Octubre, ratificadas por la vía constitucional en las elecciones del 24 de febrero de 1946. En el mensaje de asunción Perón, aseverando el rol fundamental de quienes integraban la conducción del Ejército y del G.O.U., proclama: “…Por encima de todo, me enorgullece sentirme partícipe de este despertar ciudadano que ha sabido tomar a su cargo la defensa de la reforma social anhelada por los hombres que con riesgo de su libertad, de su honor y de su vida pudieron materializar los postulados de la Revolución de Junio (1943)”. Resulta así primordial comprender el eje entre los años 1943 y 1946, y la actuación del G.O.U., que permitió sentar las bases y condiciones para la estructuración de una fuerza política que Iba a marcar el rumbo de las futuras décadas en la historia argentina. Como dato ilustrativo, no muy divulgado, de la conformación y Plan de Acción del ”Grupo de Obra de Unificación”, va adjunto copia de su “Reglamento Interno”, respetando mayormente su original diagramación (mecanografiada). Nótese que el entonces Coronel Juan Perón ocupaba el escalón número 19. Podemos confirmar así, que sin el 4 de Junio de 1943, no hubiera sido posible el 17 de Octubre de 1945. Ambas fechas relacionan el inicio y la culminación de un proceso emancipador: “…Al recuperar nuestra alma han vuelto las manifestaciones ingenuas y espontáneas de nuestras muchedumbres; de esta masas que en momentos oscuros para la Patria vieron claro el porvenir, y que, andando caminos difíciles, intuyeron cuál sería la ruta que las conduciría a la realización de sus destinos. Merced a la fe y a la confianza del pueblo argentino ha sido posible recuperar el brillo de las instituciones, una vez desposeídas del moho que en ellas habían acumulado el egoísmo, la violencia y la mala fe”, como también expresara Perón en su mensaje.

jueves, 28 de marzo de 2013

EL PAPA FRANCISCO, EL PERONISMO Y LA ARGENTINA

Intervención del compañero Pascual Albanese en la comida de la Peña Eva Perón realizada el pasado jueves 14 de marzo Después de esta magistral exposición de Miguel Angel Iribarne, que nos ilumina acerca de la enorme significación que tiene para la Iglesia y para el mundo entero la elección del Papa Francisco, que por definición no es el Papa de nadie en particular sino el “Papa de todos”, pretendo partir del punto donde él concluyó su intervención y avanzar en la interpretación de la dimensión estrictamente política que, independientemente del aspecto central de la cuestión, que por supuesto es eminentemente religioso, tiene también para nosotros este acontecimiento histórico mayúsculo que vive la Argentina. El refrán dice “a Dios rogando y con el mazo dando”. Vamos ahora a agarrar el mazo, que es muy distinto, como me apuntan aquí al lado, de irse al mazo…. Este miércoles 13 de marzo de 2013 enterró varias supersticiones. En una fecha con dos números trece, en un día que por si faltaba algo se recuerda a Santa Cristina, fue elegido el papa Francisco. Se trata de un hecho tan, pero tan, trascendente que estamos absolutamente convencidos de que todavía no estamos en condiciones de entrever las gigantescas consecuencias que éste va a tener en el futuro de la Argentina. Un joven compañero y amigo marplatense, Lucas Fiorini, me decía en la tarde del miércoles, pocos minutos después de conocida la noticia: “ahora me doy cuenta de lo que habrán sentido los polacos cuando eligieron a Woytila”. No cabe ninguna duda que esa misma emoción profunda impactó ese día a millones y millones de argentinos. Desde la vereda opuesta, quien también se dio por enterado fue Luis D´ Elía, quien escribió en Twitter que “Francisco es a América Latina lo que Juan Pablo II fue a la Unión Soviética : el nuevo intento del Imperio para destruir la unidad latinoamericana”. Si se tiene en cuenta que la elección de cardenal Jorge Mario Bergoglio coincidió en el tiempo con la desaparición de Hugo Chávez, es más fácil entender lo que para D¨ Elía, defensor del acuerdo entre el gobierno argentino e Irán, es la “unidad latinoamericana”, que en su visión no es otra cosa que la amalgama del “chavismo”, el “eje bolivariano” y, en la Argentina , el gobierno de Cristina Kirchner Otro que, desde esa misma vereda, también se dio cuenta de lo que había sucedido fue Horacio Verbinsky, un difamador profesional que en su columna de “Página 12” multiplicó sus ataques calumniosos contra el Papa, a quien en los últimos años dedicó no menos de una veintena de artículos incendiarios y hasta buena parte de un libro, en el que lo acusa de complicidad con la dictadura militar y la violación de los derechos humanos. Curiosamente estas invectivas de D¨Elía, Verbinsky, intelectuales de “Carta Abierta” y otros epígonos del gobierno contrastan con las afirmaciones del mismo presidente venezolano, Nicolás Maduro, quien llegó a hablar de la participación de Chávez en la elección del Papa, lo que para Maduro es el máximo panegírico que se puede hacer de una persona y de un acontecimiento, y del presidente ecuatoriano Rafael Correa. Ni hablar si se las compara con el tono del mensaje de Barack Obama…. Cuando se cotejan estas expresiones con el estilo frío y protocolar de la carta enviada por Cristina Fernández de Kirchner, hasta cabría preguntarse si el Papa que se acababa de elegir no era venezolano, ecuatoriano o norteamericano…. La pregunta que se nos impone es el por qué de tanta desesperación y tanta furia contra el cardenal Bergoglio. La mayoría de los análisis políticos y de las interpretaciones periodísticas coloca el origen de esta inquina en los años recientes, a partir del 2003. Sin duda que existen múltiples y comprensibles motivos para que así sea. Pero el origen de esta batalla es más hondo. Está mucho más atrás en el tiempo y se remonta a la historia argentina de la década del 70. Hoy, cuando hasta la portada de “Clarín” de esta mañana habla de “Milagro argentino: un Papa peronista”, podemos examinar ya, sin pecar de sectarismo ni exageración, ni tampoco develar ningún secreto, esta suerte de “vidas paralelas”, en el plano político, entre el peronismo y el cardenal Bergoglio, con la aclaración de que, a diferencia de lo que sucede en la geometría tradicional, en la acción política las paralelas a veces también se juntan. En el caso particular del cardenal Bergoglio y el peronismo, esas paralelas se unieron en 1973. Porque ahora se habla mucho, incluso livianamente, del “primer Papa jesuita de la historia”, pero se omite que en 1973 el padre Bergoglio fue designado Provincial de la Compañía de Jesús en la Argentina para enfrentar la penetración de una línea, identificada con una variante desviada de la Teología de la Liberación , unja variante que era tributaria del marxismo como ideología y partidaria de la violencia como método de lucha. Pero ese gran combate del padre Bergoglio dentro de la Compañía de Jesús en la Argentina era simultáneo y concomitante con la lucha que, al mismo tiempo, se desarrollaba dentro del peronismo, cuando el general Perón respondía al desafío a su conducción expresado por los “Montoneros”. Vale apuntar que Bergoglio fue designado Provincial de los jesuitas en la Argentina el 31 de julio de 1973, 18 días después de la renuncia, por no decir la caída, de Héctor Cámpora En esa lucha simultánea, de Bergoglio dentro de la Compañía de Jesús y de Perón contra los Montoneros, contra sendos enemigos que - en realidad - eran el mismo enemigo, es que se produce el acercamiento entre el hoy Papa Francisco y una enorme cantidad de cuadros del peronismo, pertenecientes a Guardia de Hierro y a otros sectores juveniles que en ese momento enfrentaban la ofensiva de “Montoneros”. Ese conflicto se desarrolló en varios frentes, entre ellos en la Universidad del Salvador, donde Bergoglio tuvo que encarar un combate para evitar su completo copamiento por parte de ese sector de la “Teología de la Liberación ” asociado a “Montoneros”. En esa batalla, hubo algunos compañeros peronistas que cumplieron un papel muy significativo, entre ellos Francisco “Cacho” Piñón, a quien Bergoglio designó rector de la Universidad , cuya administración quedó a cargo de una asociación civil, que tenía entre sus directivos, por ejemplo, a nuestro compañero y amigo Jorge Castro. En esa dura lucha contra enemigos comunes, aliados entre sí, que en el fondo constituían el mismo enemigo, se fue forjando la identificación del cardenal Bergoglio con el peronismo y con el pensamiento del general Perón. Por eso hay muchos viejos compañeros que aún recuerdan a Bergoglio como “el padre Jorge”. No fue por supuesto una lucha fácil, sino un enfrentamiento duro y peligroso, físicamente riesgoso, como todos los de aquella época. Y tampoco fue gratis para el padre Bergoglio, quien más adelante sufrió una persecución dentro de la propia Compañía de Jesús, un ostracismo que se prolongó hasta que Juan Pablo II, en una de las decisiones más drásticas tomadas en la historia de la Santa Sede en las últimas décadas, decretó la intervención de la Compañía , para realizar dentro de sus filas, pero a escala global, una tarea similar a la que cumplió Bergoglio en la década del 70- Después fue necesaria la intervención de un extraordinario hombre de la Iglesia , también amigo y compañero, que fue el cardenal Antonio Quarracino, quien se encargó de promover a Bergoglio como coadjutor en la diócesis de Buenos Aires, un lugar que constituyó el paso previo a su designación como cardenal, nombramiento que inicia la parte más reciente y conocida de su historia. Hay que entender entonces al pobre Verbinsky, quien en la década del 70, era subjefe de Inteligencia de Montoneros, donde fue introducido por el servicio de inteligencia cubano, probablemente la criatura más desarrollada que tuvo la KGB soviética, que en aquellos tiempos entre otras operaciones impulsó, a través de los servicios secretos búlgaros, el intento de asesinato de Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro. No se trata entonces, compañeros, de una pelea de diez años, que empezó con Néstor Kirchner y continuó con Cristina. Es una lucha que ya lleva cuarenta años y parece que esta semana el pobre Verbinsky se dio cuenta que la perdió para siempre… Hay que decir que, con las obvias diferencias que surgen de las distintas circunstancias históricas y del escepticismo y el estilo socarrón tan propios de la idiosincracia argentina, existe efectivamente una cierta semejanza entre el impacto de la designación de Bergoglio y la inmensa repercusión popular que tuvo en Polonia la designación de Carol Wojtila. Sabemos que, ante esa analogía, algunos se preguntan “sí, pero dónde está Solidaridad?”. En primer lugar, hay que señalar que en 1979, cuando se ungió a Juan Pablo II, Solidaridad no existía y Lech Walesa era un dirigente sindical casi desconocido. En segundo lugar, en la Argentina , el equivalente de Solidaridad existe desde el17 de octubre de 1945. El movimiento obrero argentino es la organización sindical no marxista, sino inspirada precisamente en la doctrina social de la Iglesia , más importante de la historia, más importante aún que la propia Solidaridad, gracias a la extraordinaria misión evangelizadora que, como acertadamente señaló antes nuestro compañero y amigo Víctor Lapegna, cumplió el general Perón entre los trabajadores argentinos.. Por otra parte, tampoco exageremos, compañeros…. La tarea que nos aguarda a los argentinos, por ardua que nos pueda resultar, es infinitamente más sencilla que la que tuvo que afrontar el heroico pueblo polaco, Solidaridad y Walesa en la década del 80. Para la Argentina , en términos políticos, la elección del Papa Francisco significa una ampliación del campo de lo posible. Hay cosas que hasta ahora eran imposibles y ahora han dejado de serlo. En este año 2013, con el formidable aliento espiritual que para el pueblo argentino supone la elección del Papa Francisco, crecen las posibilidades reales de avanzar hacia la reconstrucción del peronismo, con una participación activa de las organizaciones sindicales, para enterrar los sueños de perpetuación en el poder del kirchnerismo y forjar una alternativa política para el presente y el futuro de la Argentina. Esa es nuestra responsabilidad y nuestro compromiso.

Nota a Matías de Urraza en #Infovos: “La supercard es seguir tapando el sol con la mano” - Cool Radio FM 103.7 | LA 103 #LaPlata

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viernes, 1 de marzo de 2013

ARGENTINA- ISRAEL: Las relaciones en la era peronista 1946 – 1955

Por José María Di Giorno El ascenso del general Juan Domingo Perón a la Presidencia de la Nación, coincidió, entre otros acontecimientos de un mundo convulsionado y arrasado por la Segunda Guerra Mundial, con la creación del estado de Israel, luego de largos y violentos sucesos. En todo el mundo se sucedieron acalorados debates y polémicas alternativas, no escapando nuestro país a las mismas. Perón, surgido de una generación militar que había abrevado sus principios en los fuertes movimientos nacionalistas de Europa, representaba, para muchos, un estorbo para la visión y definición de las posturas que debían adoptarse, inquietud que era trasmitida por políticos y medios de comunicación, sumando a ello algunos recelos por parte de la comunidad judía en la Argentina. Por otro lado, sectores minoritarios que se habían identificado con el derrotado nazismo, veían en Perón, a través de las medias que tomara, y que detallamos más abajo, una claudicación de lo que ellos consideraban “su” nacionalismo. La comunidad judía no escaparía a la nueva dicotomía que se había instalado a partir del 17 de octubre de 1945, entre los que empezaban a engrosar las filas del naciente peronismo y aquellos que se aferraban a viejas expresiones liberales o del marxismo. Es por ello que vamos a encontrar a la sociedad, que incluía a los argentinos descendientes de israelitas, dividida en ambos polos. Mucho se ha escrito, investigado y adjetivado sobre el tema, razón por la cual, trascribimos y narramos los hechos y acontecimientos más importantes ocurridos en el período 1946-1955 en las relaciones entre Israel y la Argentina, soslayando juicios de valor, a fin de que cada lector pueda, con datos de la historia científica hacer su propia interpretación de lo sucedido. En consecuencia, y a nuestro entender, el gobierno de Perón, logró a través de estas medidas y oportunidades brindadas a la comunidad judía, lo que también definió cada uno de sus actos con todos los sectores religiosos, culturales, sociales y raciales, dándoles a todos y cada uno la alternativa de sumarse a la nueva política que se iniciaba en el país, y que sería la alternativa válida para su desarrollo y consolidación de su independencia policía y económica. La integración total, en lo que definiera como “la comunidad organizada” presentaba el camino para la unidad nacional. Las relaciones entre Israel y la Argentina durante sus dos gobiernos y que detallamos, estaba pues, en total concordancia con estos principios. . Día 29 Junio de 1947: En el Luna Park es inaugurado oficialmente la Primera Conferencia Latinoamericana del Congreso Judío Mundial, con la presencia del doctor Nachum Goldman, miembro de la Conferencia Judía y Presidente del Congreso Mundial, asistiendo representantes de las instituciones y organizaciones de la colectividad de nuestro país y de países latinoamericanos. El presidente de la Asociación Israelita Argentina expresó en su discurso inaugural: “La República Argentina no solamente ha abolido para sus habitantes las prerrogativas de sangre y otros fueros nobiliarios, sino que ha reconocido solo dos dignidades: la de la honestidad y la del trabajo, en beneficio de todo el conglomerado social”. Día 20 agosto de 1948: Perón y su esposa inauguran la sede de la Organización Israelita Argentina, cuyos integrantes simpatizaban con el movimiento peronista, sita en la avenida Corrientes 2025, en la ciudad de Buenos Aires. El presidente de la OIA, Sujer Matraj dijo entonces: “Perón no es solo el celoso gestor de nuestra soberanía política sino también el gobernante que en un mundo dominado por la intolerancias supo levantar en la Argentina la antorcha de la consideración y del respeto hacia todas las colectividades que integran la nación, alejando de esta tierra el fantasma de la persecución y de la intolerancia”. Perón en el acto manifestó: “son buenos argentinos cualquiera sea su raza o religión, si diariamente laboran por la grandeza de la Nación”. En ese año se crea “Nueva Sión”; la Cámara de Comercio Argentino-Israelí y el Instituto Judeo- Argentino de Cultura e Información, presidido por Simón Mirelman; y el rabino Amran Blue es designado asesor presidencial en temas religiosos y ocupa una cátedra en la Facultad de Filosofía y Letras. Día 14 febrero de 1949: Reconocimiento de la Argentina al Estado de Israel. Por decreto N° 3668 el Poder Ejecutivo nacional de acuerdo al artículo 1° del mismo “reconocía al Estado de Israel como Estado Soberano”. El día 17 se realiza una ceremonia pública, celebratoria del reconocimiento argentino, que tuvo lugar en la sede de la Oficialía de Enlace (de Israel), situada en la calle Larrea 744, donde se enarbolaron junto a la bandera nacional, la bandera israelí. Hoy tiene su sede la Fundación Congreso Mundial Judío. Carlos Moises Grünberg fue el primer Representante del Estado de Israel ante el gobierno argentino, designado en 1948 por la Cancillería de Israel, siendo el primero en izar la bandera de su país en Buenos Aires. Con la llegada del primer Embajador, Jacobo Tzur, fue designado Consejero honorario de esa representación.(ver día 30 de mayo de 1949). Grünberg había nacido en Buenos Aires, hijo de una familia de inmigrantes, fue hombre de letras y la cultura, allegado al grupo Florida y la revista Martín Fierro, encontrándose con su coetáneo César Tiempo, quien decía: “Si algún mérito me cabe- decía César Tiempo- es haber descubierto con Carlos a las gentes judías y su ámbito en nuestro país, y que sin dejar el ghetto tras nuestro- un ghetto metafísico, entiéndase bien-, lo llevamos con nosotros, sin desfallecimientos ni concesiones, hacia los anchos horizontes, hacia las colinas azules, hacia la vida hervorosa, que está de espaldas a los muros y a las miserias que pugnaban por aprisionarlo”. Día 30 mayo de 1949: Relaciones diplomáticas y consulares con el Estado de Israel, que quedan formalizadas a partir de esa fecha., en ceremonia que cuenta con la presencia del ministro Dr. Atilio Bramuglia y el representante de Israel en nuestro país, Carlos Moisés Grunberg. (ver día 14 de febrero de 1949), y poco después se abriría en Tel Aviv, la primera representación diplomática latinoamericana en ese país. La Argentina apoya el ingreso de Israel a la ONU Año 1950: se inaugura el Cementerio Israelita de la Tablada. Día 9 abril de 1951: Golda Meir visita la Argentina. La entonces Ministra de Obras Públicas de Israel, quien luego fuera Ministra de Relaciones Exteriores de ese país entre los años 1956 y 1996, y, quien al imponerse en las elecciones de 1969 fuera electa Primer Ministro, visita la Argentina, entrevistándose con Eva Perón, ocasión en que agradece la ayuda recibida de la Fundación Ayuda Social al naciente Estado de Israel, concretando 17 embarques con alimentos, mantas y ropa. Día 3 agosto de 1951: Perón, junto a su esposa confieren la Orden del Mérito al embajador de nuestro país ante el gobierno de Israel, Pablo Manguel, en un acto con la presencia de la colectividad israelita desarrollado en Les Ambassadeur. En el mismo se anuncia que otra imposición similar será entregada al primer presidente de Israel Jaim Weitzman, quien visita Buenos Aires. Weitzman, bioquímico, profesor de las universidades de Suiza e Inglaterra, militante de la organización sionista durante las dos guerras mundiales, resultó electo en reconocimiento a su labor de casi cinco décadas en los preparativos del establecimiento del estado judío. Año 1952: Se firmaba un Acuerdo Cultural entre Argentina e Israel, la formación del Instituto de Intercambio Cultural Argentino Israelí (IICAI), creándose el curso de estudios hebraicos en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Día 7 de 1953: Primera Muestra del Libro Hebreo, organizada por el Instituto Argentino-Israelí es inaugurada en el Salón de la calle Florida 530, con la exhibición de 600 ejemplares, que incluye libros sobre los más diversos temas, desde filosofía y religión hasta literatura contemporánea. Abrieron la muestra el agregado cultural de la representación de Israel, Mordechai Avidá y el agregado de prensa. La muestra permanece abierta hasta el día 30. El día 27 de ese mismo mes El Instituto Argentino-israelí abre su propia sede en la calle Montevideo 942, fecha en que se suscribe entre ambos países un Acuerdo de Intercambio Cultural. Día 16 agosto de 1953: Se constituye la Confederación General Económica – CGE -, creada por el empresario José Ber Gelbard, quien fue su presidente. Incluía en su estructura tres Confederaciones de la producción: del agro, industria y comercio, que representaban las hoy denominadas PyMEs. En 1955 ya agrupaba a más de 1.700 entidades de primer grado, que agrupaban a 600.000 empresarios en todo el país. El 30 de diciembre de ese año, fue disuelta por el gobierno de facto. En 1951 el gobierno nacional propuso la integración de las centrales empresarias CAPIC, UIA y CEA (Confederación Económico Argentina), integrando una comisión de orden nacional. A fines de ese año se se formaron tres confederaciones: Confederación General de Industria (CGI), de Comercio (CGC) y de la Producción (CGP), que formaran finalmente la CGE. En 1962 la CGE retoma su actividad y es en 1973, cuando el general Perón ofrece a Gelbard el Ministerio de Economía, con la idea de llevar adelante el Pacto Social, herramienta fundamental para el diálogo con los sectores productivos y del trabajo, de singular importancia en la vida institucional para la economía argentina. Día 4 de enero de 1955: En Tel Aviv, el Gran Rabino de la Argentina Dr. Amram Blum se refirió a la vida religiosa de la comunidad judía residente en la Argentina y destacó particularmente la decisión del presidente Perón al establecer una Cátedra de Estudios Judíos en la Universidad de Buenos Aires. Día 26 enero de 1955: La Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) informó que en la fecha se inició en Israel la plantación del Bosque Presidente Perón, en la colinas de Judea al oeste de Jerusalén, “con lo cual se convierte en realidad una hermosa iniciativa de la colectividad judía de nuestro país para rendir al primer magistrado un homenaje tan delicado y significativo, de reconocimiento por su acción antidiscriminatoria y el apoyo y comprensión hacia Israel”. El primer árbol fue plantado por el primer ministro Sr. Moche Sharett, y se leyó un mensaje del presidente israelita Sr. Isaac Ben-Zvi. Ben-Zvi fue el segundo presidente del Estado de Israel, líder del partido Laborista, que asumiera el 8 de diciembre de 1952, ejerciendo por dos períodos completos, y fue reelecto para un tercero. Día 12 abril de 1955: Presenta sus credenciales el embajador de Israel Dr. León Kubovy por haber sido elevada dicha representación al nuevo rango. La Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas expresó su satisfacción y manifestó su júbilo por este acto, que “contribuirá a aproximar aún más a los pueblos”.