domingo, 19 de julio de 2009

Historia Política y Social del Estado Argentino (1983-2002)

Por Fernando Klappenbach

• Regeneración democrática del Alfonsín; hiperinflación y rebeliones militares.
• La era de Menem y las reformas de Mercado.
• La crisis de la Alianza y crisis de 2001.


“La verdad histórica no es lo que sucedió, es lo que juzgamos que sucedió”. Jorge Luis Borges.


En los fundamentos de mi programa de Historia Política Argentina, que dicto en esta Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Católica de La Plata, finalizo con una frase del distinguido filósofo platense Alejandro Korn: “Por cierto, si bien siempre es posible ser sincero, no cabe siempre ser imparcial; nadie se despoja, si la posee, de su propia personalidad”.
Nunca tan aplicable a esta clase de iniciación de la Diplomatura en Administración y Gestión Pública donde debo historiar los gobiernos de Alfonsín, Menem y de la Rúa. Es una etapa histórica que he vivido con intensidad.
Convendría hacer un comentario de algunas de las razones que llevaron a Alfonsín a ganar las elecciones presidenciales de 1983.
Destaco muy especialmente la labor que durante sus últimos años realizó el Dr. Ricardo Balbín. El haber incluido a la Unión Cívica Radical en la conjunción de partidos, entre ellos el Justicialista, en lo que se denominó “La Hora del Pueblo” en 1972, a fin de unificar esfuerzo para acotar la denominada “Revolución Argentina”. Sus posteriores acuerdos y entrevistas con el general Juan Perón. La despedida que pronunciara en nombre de los partidos opositores en el sepelio de éste último. Y el aliento al presidente del justicialismo, Dr. Felipe Bitel, a volver a conformar la multipartidaria a fin de combatir el conocido como “Proceso Militar”a fines de los años 80, etc, fueron hechos que contribuyeron para que el radicalismo tuviera una mejor relación con el peronismo.
Días pasados escuché un reportaje radial a uno de los asesores que planearon la campaña presidencial de Alfonsín en el 83. Contó que cuando le llevó las ideas fuerzas para la misma, Alfonsín las leyó y le dijo “yo estoy totalmente de acuerdo con lo que ha escrito, pero es un mensaje muy gorila, yo quiero una campaña peronista”.
Alfonsín comprendió que el voto antiperonista ya lo tenía, faltaba captar el justicialista.
Balbín le había desbrozado el camino. De allí la importancia del “viejo adversario” en la primera derrota del justicialismo en elecciones libres.
Otro acierto de Alfonsín fue darle carnadura a su mensaje. Cuando sostenía que con la democracia se come, se educa, se cura, etc. el electorado, principalmente el más postergado propenso a votar al peronismo, comprendió mejor lo que estaba en juego en las elecciones. El recitado del Preámbulo de la Constitución Nacional iba dirigido a las clases medias tradicionalmente radicales.
En la percepción general Alfonsín tenía la impronta clásica del dirigente peronista. Por el contrario el candidato peronista, el Dr. Ítalo Lúder, parecía más a un típico político conservador. Con modales suaves y una impronta de jurista, “se compadecía poco con la esencia más visceral del movimiento”.
Si la elección de Luder, digitada especialmente por el gremialista Lorenzo Miguel, se debió a la necesidad de atraer al electorado no peronista, los resultados demuestran que no se logró el propósito. Estos sectores terminaron pensando que era una figura propensa a ser influenciada por los sindicalistas.
Una vez Perón dijo que “Del Ejército nació en GOU y del GOU el peronismo. El GOU fue la logia militar secreta que contribuyó al encumbramiento de Perón. El peronismo tiene una especial relación con el Ejército que, a mi modo de ver, hizo que durante la campaña se reconociera que se iba a respetar el decreto ley de autoamnistía de los militares dictado en la postrimería del régimen. Mientras Alfonsín, en campaña, afirmaba que la iba a derogar, Lúder sostuvo que “sus efectos serán irreversibles, ya que en derecho penal se aplica al la ley más benigna”.
Alfonsín repitió durante la campaña electoral que se iba a distinguir en el juzgamiento a los militares que dieron las órdenes de los que la tuvieron que cumplir y de los que se excedieron en el cumplimiento de las mismas.
Otro hecho que tuvo a mi modo de ver extraordinaria significación en la derrota peronista fue el proceso que este partido protagonizó en la consagración del candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires.
La provincia de Buenos Aires es crucial para el peronismo. Allí nació y allí nacieron sus fundadores: Juan y Eva Perón. En el peronismo bonaerense se define la suerte del peronismo todo. Lo que va a suceder el próximo 28 de junio, sucedió casi siempre.
El problema en ese entonces fue el enfrentamiento de dos candidatos para la gobernación: Herminio Iglesias y Antonio Cafiero.
Los congresales se reunieron en el polideportivo del club Gimnasia y Esgrima de La Plata, de la calle 4 e/ 51 y 53. Sobre la calle 53 convergieron los partidarios de Iglesias y sobre la calle 51 los de Cafiero. Herminio Iglesias había acordado con el Jefe militar de la policía bonaerense la entrada de sus partidarios al local. Cuando esto se produjo “aparecieron los “fieros” y las pesadas. Hubo apretadas para los congresales cafieristas –que virtualmente fueron expulsados- y hasta pudo sospecharse cierta connivencia de policía provincial y una actitud poco clara de la veedora judicial”.
La imagen del congreso bonaerense con corridas, impugnaciones, dobles congresos, etc. contrastaba con la prolijidad del proceso interno radical. La figura serena y bonachona de medico de pueblo del Dr. Armendariz, con la personalidad polémica y violenta de Herminio Iglesias..
El radicalismo denunció un pacto sindical-militar para denostar a la dirigencia peronista. Ello nunca fue demostrado, pero la connivencia entre los militares al mando de la policía bonaerense con Herminio Iglesia produjo un manto de sospecha.
Finalmente, en la concentración de fin de la campaña justicialista, Herminio Iglesias, en un gesto antidemocrático muy repudiado, prendió fuego a una corona adherida a un ataúd con los colores radicales.
Durante mucho tiempo creí que habíamos perdido por la torpeza de Iglesias. Pensé que si Cafiero hubiera ido de candidato a gobernador hubiera ganado el justicialismo. Hoy estoy convencido que Alfonsín hubiera ganado de todas formas.
El subconsciente colectivo argentino asociaba, en parte, el terror y la turbulencia de los setenta, la burocracia sindical, la triple A, las formaciones especiales, etc. con la etapa del último peronismo, en especial el posterior a la muerte de Perón.
Alfonsín era lo nuevo. Un aire fresco y renovador. Balbín había hecho mucho para captar sectores que tradicionalmente votaban a Perón y que, como lo mencionado, fue la estrategia alfonsinista para lograr la victoria.
Cuando terminó el proceso electoral con la derrota del peronismo a nivel nacional y de la Provincia de Buenos Aires, concurrí a una primera reunión del grupo que había impulsado a Cafiero. Recuerdo que ser realizó en la actual Galería Pacífico de la calle Florida de la Capital. En esa oportunidad sostuve que el sector que había sido expulsado a palos del Polideportivo constituía la reserva política para reestructurar el movimiento. Con mi impronta de historiador dije que nosotros éramos “la división Las Heras”. Aludía al regimiento que, conducido por Las Heras, salió ileso del desastre de Cancha Rayada, y sobre el cual se reorganizó el ejército que, en los campos de Maipú, daría la libertad a la hermana república de Chile.
Efectivamente fue así, sobre el sector que apoyó la fórmula a gobernador y vice Cafiero- Torres se fue constituyendo la denominada Renovación Peronista que a pocos años triunfaba en la provincia de Buenos Aires, y más tarde le daría las presidencias a Carlos Menem.

LA PRESIDENCIA DEL DR. RICARDO ALFONSIN:
Ricardo Alfonsín asumió el 10 de diciembre de 1983. Recibió del general Bignone los atributos del mando.
El Dr. Antonio Trócoli fue designado ministro del interior y de Educación y Justicia Carlos Alconada Sempé. Ambos del balbinismo histórico. De la corriente del presidente: Roque Carranza como ministro de obras y Servicios Públicos; Bernardo Grinspun, de Economía; Raúl Borrás de Defensa y el Secretario General de la presidencia Germán López.
Sin trayectoria partidaria eran el canciller Dante Caputo; el ministro de Salud y Acción Social , Aldo Neri, y el ministro de Trabajo Antonio Mucci.
Con el nuevo gobierno se recuperaron las instituciones. Se puso fin al estado de sitio y se estableció plenamente el estado de derecho.
En los primeros años del gobierno de Alfonsín denominados “primavera democrática”, los partidos políticos iniciaron las afiliaciones. El justicialismo consiguió alrededor de tres millones de adherentes y la U.C.R. cerca de un millón y medio.
Se levantó la censura en la prensa y se crearon nuevos periódicos y revista. Los exilados de la dictadura regresaron en su mayoría. Fue abolida la censura cinematográfica por la ley 23.052.
Gracias a este nuevo ambiente de libertad se estrenaron muchas películas sobresaliendo El exilio de Gardel y Sur de Pino Solanas, Camila de María Luisa Bemberg, El Asesinato en el Senado de la Nación, de Juan Judid, Los chicos de la guerra de David Lipzyc.
El 30 de septiembre de 1984 se sancionó la ley 23.114 que convocaba a un Segundo Congreso Pedagógico con la más amplia participación de todos los actores de la enseñaza. La movilización convocada por los sectores católicos conspiraron con la intención secular del gobierno.
Desde el alfonsinismo surgió la idea de constituir una alianza social y política más abarcadora que el propio partido radical. Este proyecto, denominado Tercer Movimiento Histórico, aspiraba a heredera y superar el “primero” y el “segundo” movimientos populares de Yrigoyen y Perón. Con este fin se intentó ampliar la influencia hacia sectores sindicales, mayoritariamente peronista, y estratos sociales más cadenciados.
El proyecto propiciaba una reforma constitucional consensuada para suprimir el presidencialismo y adoptar un modelo de gobierno parlamentarista.
La idea halló una fuerte resistencia sindical y se fue desvaneciendo con el deterioro de la situación económica posterior a 1985.
El ejecutivo envió al Congreso un proyecto de ley para el reordenamiento sindical denominado “Ley Mucci” en referencia al su inspirador y ministro de Trabajo Antonio Mucci. Esta inicitiva otorgaría al Estado la facultad de intervenir en los gremios para asegurar la democracia y la transparencia de las elecciones con participación de las minorías.
La dirigencia sindical se negó a aceptar la injerencia del Estado en la vida interna de los gremios e inició la protesta con paros y movilizaciones que fueron apoyadas por la clase trabajadora tradicionalmente peronista y afectada por el deterioro de su poder adquisitivo producto especialmente de la inflación. El proyecto fue rechazado en el Senado por un voto.
La CGT, liderada por el dirigente cervecero Saúl Ubaldini, produjo trece paros generales y más de 3.000 paros, durante la gestión presidencial de Alfonsín.
Heredado del régimen militar el gobierno de Alfonsín tuvo que resolver el laudo arbitral papal aceptándola como la única solución posible. El peronismo ortodoxo y sectores del nacionalismo rechazaron el mismo.
El Poder Ejecutivo convocó a un Referéndum no vinculante por el cual el 81,13 % del electorado votó a favor de la propuesta pontificia y el 17,24 en contra.
La renovación peronista que había propugnado el “SI” al fallo se vio fortalecida con el triunfo del plebiscito.
Al inicio de la gestión del presidente Alfonsín se supeditó el fuero militar a la Justicia ordinaria y se restituyó el gobierno tripartito en la Universidad
Las Fuerzas Armadas se subordinaron al poder civil y se desplazó la Doctrina de la Seguridad Nacional del gobierno militar.
Se creó la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep) para investigar las violaciones a los derechos humanos. Estaba presidida por Ernesto Sábato e integrada, entre otros, por René Favaloro, Graciela Fernández Mejide, integrantes de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, Magdalena Ruiz Guiñazú.
El premio nobel de la paz Pérez Esquivel no aceptó integrarla por “no compartir la política del gobierno en la materia”.
La tarea de la Comisión fue ciclópea. Recibió miles de denuncias individuales e institucionales, libró alrededor de 1.3000 pedidos de información a instituciones de las Fuerzas Armadas y policíacas.
En sus archivos hay denuncias de aproximadamente 600 secuestros que se habrían producido antes del 24 de marzo de 1976 y se registraron 8.960 personas que estarían desparecidas. Se presentaron 1.086 casos al Poder Judicial
El 20 de septiembre de 1984 la comisión elevó el informe que fue publicado con el título de Nunca más.
Señala Beatriz Sarlo: “Alfonsín, creyó que la transición democrática tenía como pieza maestra el juicio a las tres juntas militares responsable del terrorismo de Estado. Hasta él, sólo grupos muy minoritarios lo reclamaban. Después mayorías amplias creyeron, incluso, que se había hecho demasiado poco.”
Alfonsín dejó consignado que: “numerosos amigos me pedía que cerrara la cuestión de los derechos humanos hacia el pasado. Durante una visita de Estado, el presidente de Italia Sandro Pertini , me dijo preocupado: “¡ finishela con los militares caro presidente!”.
A diferencia de su sucesor el Dr. Carlos Menem, quien privilegió lo económico, la gestión de Alfonsín tuvo la impronta de la ética. En ello radica la grandeza del presidente Alfonsín y, también, su debilidad.
El Juez León Arslanian presidió el juicio oral y público que se siguió a los integrantes de las tres juntas militares del Proceso. Durante los mismos que se iniciaron en abril de 1985 y finalizaron en diciembre, los testigos narraron con dramatismo las atrocidades cometidas en los pozos de detención.
Se condenó a Jorge Rafael Videla, Roberto Viola, Armando Labruschini y Leopoldo Galtieri.
Los comandantes Omar Graffigna, Jorge Anaya y basilio Lami Dozo fueron absueltos.
La crisis de Semana Santa:
En marzo de 1987 Alfonsín anuncia en Las Perdices (Córdoba) la limitación a los juzgamientos de los militares.
En abril de 1987 estalló la llamada “crisis de Semana Santa”.
Al trascender la actitud del mayor Barrios, que se negó a comparecer ante la justicia y se alojó, en clara actitud de rebeldía, en una unidad cordobesa del III Cuerpo de Ejercito, con el apoyo implícito de sus superiores, una multitud comenzó a congregarse en a tarde del Jueves Santo en la Plaza de los Dos Congresos en señal de repudio. Por la noche, el presidente Alfonsín era ovacionado por la Asamblea Legislativa urgentemente congregada: “la democracia no se negocia y la justicia tampoco”dijo.
Mientras esto ocurría un grupo de oficiales encabezado por el teniente coronel Aldo Rico se acuarteló en Campo de Mayo exigiendo la renuncia del jefe del Ejército, el reconocimiento de lo actuado durante la dictadura y mayor respeto por parte de los medios de comunicación hacia las Fuerzas Armadas. Detrás de estas demandas, el motivo real era los continuos llamados de la justicia a militares de menores rangos que había participados en la represión durante la dictadura.
Los jefes milites se negaron a reprimir a los “carapintadas” (nombre con el que se denominaba a los rebeldes por llevar el rostro pintado de betún) y de esta forma se rompió la línea de mandos.
El ex guerrillero Gorriarán Merlo entendía que: “Carapintadas y liberales se enfrentaban realmente por la conducción del Ejército, pero ambos sectores eran conscientes de que debían librar juntos una batalla por un objetivo superior al que motivaba las rencillas internas; y este objetivo era recuperar para la institución su rol en el poder, que consideran menoscabado en la nueva estructura del gobierno civil”.
El pueblo repudió el levantamiento y se movilizó contra los rebeldes. La CGT, los empresarios y todos los partidos políticos rechazaron en forma unánime el levantamiento y muchos sectores se prepararon para movilizarse hacia Campo de Mayo.
El presidente anunció que iría personalmente al lugar donde estaban los amotinados a fin de conversar con ellos, y pidió a la multitud que lo aguardara. Como afirma Alfonsín “implícitamente significaba que no marcharan hacia Campo de Mayo”.
Durante la reunión con los jefes carapintadas Alfonsín aclara que: “yo me limité a relatar los pasos dados por mi gobierno en relación con el campo militar desde los tiempos de Borrás hasta ese momento y, como parte objetiva de esta relación, mencioné el ya preparado proyecto de ley sobre la aplicación de la obediencia debida y el retiro de Ríos Ereñú . Es ciertos que ambas medidas coincidía con dos exigencias de los insubordinados, pero de ninguna manera fue en repuesta a las demandas”.
Al finalizar la reunión uno de los carapintadas, Bride Obeid, pidió hablar con Alfonsín y le dijo: “Señor Presidente, comprenda usted nuestra situación. Nos llevaron a la guerra contra la subversión, convenciéndonos de que defendíamos a la sociedad contra una agresión. Tuvimos que librar una lucha para la que no estábamos preparados, nos hicieron hacer cosa que nunca habríamos imaginado como militares, argumentado que defendíamos a nuestras familias. Nos llevaron a la guerra de las Malvinas en pésimas condiciones materiales y sin planeamiento adecuado. Después de aguantar el frío, los bombardeos y la prisión inglesa, fuimos traídos de vuelta escondidos como si fuéramos delincuentes. Después de esto no defendieron la dignidad del Ejército ni hicieron las reformas que pedíamos”. Alfonsín reconoció que lo había conmovido.
Para Gorriarán Merlo: “Cuando Alfonsín dio su primer discurso anunciando que iría Campo de Mayo, aún creíamos que podía adoptar una actitud que se compadeciera con lo que se esperaba en las plazas del país. Hay que recordar que había más de dos millones de personas movilizadas contra el golpismo. Sin embargo, la decepción nos envolvió cuando Alfonsín, después de regresar de Campo de Mayo, dio el famoso mensaje en el que habló de los “héroes de Malvinas” y lo redondeó con su célebre “la casa está en orden”. Claro sobre la base de un debilitamiento de la democracia. Ese fue el punto de inflexión para nosotros: el autoritarismo comenzaba a tener nuevamente incidencia en la política nacional. Ya era una situación donde la democracia caminaba apuntada por fusiles militares.
Esa primera parte se terminó el domingo 16 de abril. Sin demoras, al día siguiente, el lunes, envió al Congreso el proyecto de ley de Obediencia Debida, que rápidamente fue aprobada. En realidad, además de la actitud de Alfonsín, son patéticas expresiones como las de Storani, que, cundo votó dijo: “Perdí la virginidad política”. Los que normalmente se caracterizaban como progresistas terminaron suscribiendo esa situación”.
La ley de obediencia debida:
La ley, que se conocería como de obediencia debida,, fue un proyecto, que según Alfonsín, ya estaba preparado para enviar al Congreso antes de la crisis de Semana Santa Para los carapintadas, por el contrario, fue una ley acordada por ellos con el Presidente en Campo de Mayo, durante la insurrección de abril 1987.
La Ley 23.521, sancionada el 4 de junio de ése año, estableció que los oficiales jefes, los subalternos, suboficiales y personal de tropa de las Fuerzas Armadas, de seguridad, policial y penitenciaria no eran punibles por las violaciones a los derechos humanos por haber obrado en virtud del cumplimiento de órdenes impartidas por sus superiores. La misma presunción sería aplicada a los oficiales superiores que no hubieran revistado como comandantes en jefe, jefe de zona, jefe de subzona o jefe de fuerza de seguridad, policial o penitenciaria. “En tales casos se considerará de pleno derecho que las personas mencionadas obraron en estado de coerción bajo subordinación a la autoridad superior y en cumplimiento de órdenes, sin facultad o posibilidad de inspección, oposición o resistencia a ellas en cuanto a su oportunidad y legitimidad”.
Estas medidas fueron duramente cuestionadas por los organismos defensores de los derechos humanos.
Se nombró como Jefe del Ejército al General Caride, en reemplazo del general Ríos Ereñú. Esta designación significó el pase a retiro de buena parte del “generalato liberal” que exigían los carapintadas.
Caride, en diciembre, visita la cárcel de Magdalena y se entrevista con Videla y Viola y envía una comisión de tres oficiales a entrevistar al ex general Ramón Camps en el. Hospital Militar
Caridi respaldaba firmemente el orden constitucional pero se hacía cargo de las permanentes argumentaciones militares.
Todas estas circunstancias hicieron que la imagen de Alfonsín quedara seriamente debilitada pues aparecería cediendo ante las presiones militares.
El gobierno sancionó a los amotinados pero las Fuerzas Armadas fueron entraron nuevamente en la deliberación que tradujo un quiebre en la cadena de mandos.
La sublevación de Monte Caseros:
El 16 de enero de 1988 Rico se vuelve a sublevar en el Regimiento 4 de Monte Caseros Corrientes por “incumplimientos de los compromisos contraídos”.
A diferencia de lo sucedido en Semana Santa el General Caridi logró que una porción considerable del Ejército se movilizara para la represión.
La crisis de Villa Martinelli:
El 2 de diciembre de 1988 El coronel Seineldín se dirigió a complejo militar de Villa Martinelli y dio a conocer sus objetivos: fin de los juicios, ley de pacificación y amnistía, nuevo rol del ejército, incrementos salariales y mayor presupuesto militar. Estos requerimientos fueron luego considerados por Carlos Menem en su presidencia.
Alfonsín, que estaba en el exterior, ordenó que se reprimiera sin negociación. Caride designó al general Caceres para reprimir. Sin embargo Caride y Seineldín se reunieron en secreto y acordaron una tregua.
Caride, Cáceres y Seineldín llegaron finalmente a un acuerdo. Seineldín se rindió y fue detenido.
Alfonsín, pasó a retiro al general Caride por haber contradicho su determinación de no negociación y designó como jefe del ejército al general Gassino
Cuando dejó el gobierno Alfonsín el 8 de julio de 1989 siete altos jefes habían sido condenados y 27 procesado por violaciones a los derechos humanos, tres condenados por la guerra de Malvinas y estaban en curso 92 procesos y 340 sanciones disciplinarias
La Tablada:
El 23 de enero de 1989 un grupo guerrillero denominado Movimiento Todos por la Patria (MPT) vinculado al ex jefe del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) Enrique Gorriarán Merlo, copó el Regimiento N°3 de la Tablada. El asalto efectuado según los participantes para defender la democracia fue sofocado por fuerzas leales al gobierno luego de duros enfrentamientos en los que se registraron 39 muertos y decenas de heridos.
El 12 de enero dos miembros del MPT, Francisco “Pancho” Provenzano y Jorge Baños, realizaron una conferencia de prensa denunciado una reunión realizada en una casa de la zona Oeste del Gran Buenos Aires entre Menem, Lorenzo Miguel, y Seineldín a fin de acordar el plan pergeñado en “Panamá- entre César Arias, Mera Figueroa y Seineldín en la primera mitad del 88”.
Según Gorraiarán Merlo: “El plan se iniciaría con el levantamiento del Regimiento 3 de La Tablada y que le daría continuidad la cuarta Brigada Aerotransportada de Córdoba., así como unidades del Segundo Cuerpo de Ejército. Posteriormente darían s apoyo al coronel Seineldín. Si Alfonsín no renunciaba, lo desplazarían por la fuerza y formarían un gobierno encabezado por el vicepresidente Víctor Martínez, a quien –de acuerdo con conversaciones que habían sostenido con él- consideraban, casi, como a uno de ellos. Luego vendría el llamado a elecciones, que –ante lo debilitado que quedaría el gobierno- ganaría Menem, quien designaría a Seineldín, autodenominado “jefe del Ejército en Operaciones”, como jefe del Ejército real”.
Gorriarán Merlo dejó consignado en sus memorias que: “A partir de haber optado por resistir con las armas, pensamos en entrar al cuartel antes de que los militares lo abandonaran porque después se haría muy difícil detenerlos. Con las tropas replegadas, ejecutando el plan de acción, afirmadas en sus posiciones, sólo nos quedaría la pasividad.
La idea era ganar la iniciativa, para el golpe, lograr la movilización popular y exigir al gobierno firmeza frente los planteos militares. Pensábamos que con la gente en la calle y los militares aún no movilizado en conjunto se dificultaría mucho la represión posterior; claro que no descartábamos nuevos enfrentamientos, pero ya en mejores condiciones. En aquel momento el poder político estaba cada vez más condicionado, el pueblo se sentía cada vez más separado de ese poder político y los golpistas estaban cada vez más envalentonados. Con La Tablada intentábamos frenar ese proceso y ayudar a un cambio de rumbo que despejara el camino a la democracia”.
A juicio de Alfonsín: “El grupo Todos por la Patria (MPT) se lanzó a una aventura criminal e irresponsable que consistió en atacar el cuartel de La Tablada simulando que eran miembros del movimiento carapintada. La prédica de la derecha fundamentalista, que insistía en que los grupos subversivos de extrema izquierda se estaban preparado para tomar el poder y establecer una dictadura, se vio confirmada por medio centenar de jóvenes que le brindaron en bandeja el argumento que necesitaban. Nada fue tan funcional a los propósitos de los militares carapintadas y de la derecha reaccionaria como este asalto criminal”.
La principal consecuencia política de este hecho fue el intento del gobierno de aprobar una ley antiterrorista, que proponía normas que limitaban los derechos civiles se creó el Consejo de Seguridad Nacional en cuyo seno las Fuerzas Armadas volvían a discutir hipótesis de conflicto internos propios de la Doctrina de la Seguridad Nacional.

Aspectos económicos del gobierno de Alfonsín:
Durante el gobierno de Alfonsín se profundizaron muchas de las herencias dictatoriales: achicamiento del aparato productivo, alta inflación, desequilibrio y restauración regresiva del aparato productivo, desequilibrio fiscal, elevadísimos grados de endeudamiento externo, bajísima acumulación de capital local deterioro laboral, distribución inequitativa del ingreso, etc.
Se trató de un claro éxito para los sectores dominantes de nuestro país, no así para amplias capas de la sociedad argentina para las cuales la “perdida de una década” fue una realidad ostensible”.
La política de precios concertados con los grupos económicos establecidos en el país, fue la base de la política económica del gobierno de Alfonsín. El Presidente, en una reunión con 200 empresarios, denominó a esta política como una “alianza ente la producción y la democracia”.
La fuga de capitales entre 1983 a 1989 subió de 45.9210 a 65.257 millones de dólares. La deuda externa total de 37.061 a 52.802 millones de dólares.Las tasas de desocupación fueron subiendo de 5, 9% en 1983 a 15,7% en 1989.
Ricardo Ortiz y Martín Schorr sostienen que: “Mas allá de las diferentes medidas aplicadas nunca se pudo poner fin al “flagelo inflacionario”, en el año más “exitoso” (1986) los precios minoristas crecieron “apenas” un 81 % y los mayoristas un 58%”.
Estos autores concluyen que: “durante el primer gobierno de la democracia ocurrió un proceso de afianzamiento de los grupos económicos más concentrados, diversificados e integrados vertical y horizontalmente los que pasaron a detentar un control determinante sobre núcleos decisivos de las diferentes cadenas productivas derivando un ostensible poder sobre la determinación de los precios.
Dentro de las grandes empresas beneficiadas por los cuantiosos sobreprecios pagados por el Estado se encontraban Astra, Macri, Pérez Companc, Soldati y Loma Negra, o aquellas relacionas con algunos conglomerados extranjeros, como es el caso de Techin y Siemens, miembros prominentes de lo que se denominó la “patria contratista…. Se beneficiaron con transferencias que superaron los 67 mil millones de dólares gracias a una drástica contracción de la participación de los asalariados que dejaron de percibir una suma cercana a los 80.000 millones de dólares, equivalente aproximadamente a un 13% del PBI. El salario medio entre el 84 y el 89 decayó en un 30 % entre 1984 y 1989”.
Dada la escasez de fondos en el mercado mundial mucho del desequilibrio fiscal se financió, en buena medida, con fondos aportados por los mismos capitalistas a tasas de interés muy elevadas; un parte importante de las extraordinarias ganancias obtenidas en ese procese se reinvirtió en la “bicicleta financiera” y otra parte se sustrajo del circuito económico (fuga de capitales).
Bernardo Grinspum intentó resolver los problemas más acuciantes: la inflación, el déficit fiscal y la deuda externa, que había pasado de 35.671 millones de dólares en diciembre de 1981 a 43.634 millones en diciembre de 1983 tan sólo por acumulación de intereses.
Alfonsín amenazó con constituir un “club de deudores” de países latinoamericanos y anunciar una moratoria unilateral.
Finalmente el Presidente termino aceptando una serie de compromisos de ajuste ortodoxo monitoreados por el FMI.
El déficit fiscal fue cubierto con emisiones monetarias que dispararon la inflación y los precios al consumidor se vieron incrementados en un 700% a lo largo de 1984.
El “ajuste heterodoxo” había fracasado.
El Fondo Monetario dio por caído el acuerdo en enero de 1985 y pidió la renuncia de Grinspun que se hizo inmediatamente, reemplazando al ministro de economía por Juan Vital Sourrouille.
El Plan Austral:
La cuestión de la distribución del ingreso, tan presente en Grinspun, quedó relegada. Sorruille el 14 de mayo comunicó un nuevo programa económico denominado Plan Austral en su mensaje al país entre otras cosas Sourroulle dijo: “Lo que los argentinos experimentados es la crisis de un modelo populista y facilista, de un modelo cerrado centralizado y estatista”.
Se congelaron los precios, salarios y tarifas públicas. Se detuvo la emisión monetaria adoptando una rígida disciplina fiscal y se regularon las tasas de interés. El peso fue reemplazado por austral.
El Plan Austral logró estabilizar por casi dos años la situación y el gobierno vivió su mejor época. Pero, a fines de 1986 la inflación reprimida volvió y para 1987 el Plan estaba jaqueado.
El gobierno intentó privatizar Aerolíneas Argentina, ENTEL, y SOMISA, entre otras, pero el Justicialismo lo impidió.
El Plan Primavera:
En 1988 el gobierno volvió a suspender los pagos con el FMI y lanzó en agosto el Plan Primavera, basado en una concertación de precios y nuevas retenciones a la exportación.
El principal objetivo del Plan –señala Ortiz y Schorr- “era mantener las variables macroeconómicas en niveles controlados que le permitieran al candidato radical Eduardo Angeloz llegar a las elecciones del 14 de mayo de 1989, con algunas posibilidades de triunfo. Las principales medidas incluían:
• Un acuerdo de precios por 180 días pactados con la UIA
• Un dólar relativamente bajo para contener los precios
• Creación de un doble mercado de cambios: dólar comercial inferior al 25% del financiero para liquidar las exportaciones del campo.
• Incremento del 25% para los asalariados del sector publico y paritarias al privado.
• Altas tasas de interés (inicialmente el 10%)
• Plan de “racionalización administrativa” para reducir a 30.000 agentes del plante estatal.”
El proyecto en pocos meses estaba fracasado y el Banco Central a principios de 1989 se retiró del mercado cambiario generando una suba del dólar que empujó a su vez un alza inflacionaria. Los empresarios rompieron su acuerdo con el gobierno y comenzaron las remarcaciones de precios. Luego de las elecciones la inflación se disparó y el dólar ascendió de 100 a 700 australes en tres semanas. Comenzó una fuerte fuga de capitales que fue calificada como un golpe de mercado.
El 31 de marzo renunció Sourrouille y es reemplazado por Juan Carlos Pugliese.
Los exportadores dejaron de liquidar divisas pues el dólar se cotizaba al doble de lo determinado por el gobierno.
Finalmente el gobierno accedió a unificar el dólar.
A esa altura el proceso inflacionario se había disparado. Las tasas de interés llegaron al 125% mensual y el dólar seguía subiendo. La dolarizacion aceleró la inflación: todos los precios pasaron a estar indexados por la evolución de la tasa de cambio.
La UIA se convenció del triunfo de Menem. Los días anteriores a las elecciones mostraron inexistencia de liquidaciones de divisa, aumentos de precios y demarcaciones incremento del ritmo de suspensión y despido de trabajadores.
Pugliese reprochó a los grupos empresarios, que se habían beneficiado con la política oficial de los precios concertados, la falta de apoyo a su gestión diciendo: “les hablé con el corazón y me respondieron con el Bolsillo”. Y presentó su renuncia desilusionado.
Jesús Rodríguez reemplazó a Pugliese el 25 de mayo. Dispuso un control de cambio y retenciones agropecuarias del 30%, que los ruralistas lograron trabarlas en el Senado.
Se produjeron brotes de violencia en los sectores cadenciados con saqueos a supermercados y otros negocios, generándose enfrentamiento entre las fuerzas de seguridad y los vecinos.
Comenzaron a conocerse noticias sobre saqueos a comercios primero en Córdoba y luego en el resto de los cordones industriales del país. Alfonsín implantó el 29 de mayo el Estado de Sitio.
La represión policial y parapolicial produjo 19 muertos, 17 heridos, 1.852 detenidos; entre el 23 y 31 de mayo se contabilizaron 329 saqueos: 35% en Rosario, 30,4% en GBA y 27% en Córdoba.
La sociedad entró en un estado de tensión total y la legitimidad social del gobierno llegó su punto más bajo.
Los escenarios más representativos en cuanto al giro ideológico del Dr. Alfonsín son las convocatorias que hizo en los meses de abril de 1985 y 1987. En la primera ocasión se caracterizaba por el comienzo del Juicio a las Juntas militares y el accionar de la derecha. El otro, ante una plaza colmada por los partidos políticos mayoritarios, fue el anuncio de la “economía de guerra”, el ajuste del Estado, el recorte del déficit y el realineamiento internacional con los Estados Unidos.
Las elecciones de mayo de 1989 dieron el triunfo al candidato peronista Carlos Saúl Menem con el 47,3% de los votos. El justicialismo se presentó con un discurso popular que hacía énfasis en el salariazo y la revolución productiva, frente a su rival radical Eduardo Angeloz, que obtuvo el 36,9 % con un perfil liberal.
Alfonsín dejó en sus memorias una síntesis de su gobierno: “Construir la democracia, afianzar la justicia, iniciar la reforma del estado y la economía, fijar la agenda para la próxima década y, mientras tanto, combatir la crisis y absorber los golpes. Ésa fue la tarea que nos impusimos y que, paso a paso, buscamos cumplir. En 1989, la Argentina había cambiado. Ya no era la de 1983. Y nunca más volvería a ser, afortunadamente, la Argentina anterior a 1983”.


LA PRIMERA PRESIDENCIA DEL DR. CARLOS S. MENEM:

El Consenso de Washington fue formulado originalmente por John Williamson en un documento de noviembre de 1989 titulado “Lo que Washington quiere decir por política de reformas”, para una conferencia organizada por el Institute for Internacional Econmics, al que pertenece el autor. Según éste el borrador de su trabajo incluyó el “anales de diez políticas que yo pensaba eran más o menos aceptadas por todo el mundo en Washington. Estaba pensado para América Latina, pero con los años se convirtió en un programa general. Con posterioridad la “lista” fue completada, ampliada, y corregida. Se ha hablado de Consenso de Washington II y III.
Los puntos de la lista eran los siguientes:
1. Disciplina fiscal.
2. Reordenamiento de las prioridades del gasto público.
3. Reforma impositiva.
4. Liberación de las tasas de interés.
5. Una tasa de cambio competitiva.
6. Liberalización del comercio internacional.
7. Apertura a las inversiones extranjeras.
8. Privatización de las empresas públicas.
9. Desregularización económica.
10. Garantizar la protección de los derechos a la propiedad.

Las grandes líneas del que luego se llamaría “Consenso de Washington” estuvieron insinuadas en la gestión de Alfonsín. Las privatizaciones, como he dicho, fueron abortadas pro el justicialismo y en cuanto a la reforma de Estado en un reportaje al diario Ámbito Financiero Alfonsín admitió que en su presidencia: “el error mas grande que cometí es no haber tenido en cuenta la necesidad de impulsar con más vigor la reestructuración del Estado”.
Los largos años de la presidencia de Menem se profundizaron los principios del Consenso y durante la gestión de De la Rúa se continuó en la misma dirección.
Según Graciela Fernández Meijide: “Hoy está claro que uno de los aspectos centrales de los años noventa fue la preeminencia de los principios del “consenso de Washington. En contra o a favor, total o parcialmente, todos actuamos en función de ellos”.
La orientación liberal que guiaría al gobierno del Dr. Carlos Menem se vio reflejada desde la conformación del primer gabinete. Miguel Roig, miembro del grupo empresarial Bunge y Born, ocupó la cartera de Economía, pero a los pocos días murió. Lo sucedió Néstor Rapanelli, del mismo grupo, hasta fines de 1989.
Dos normas fundamentales fueron aprobadas durante el período que comandaron los hombres del grupo: la ley de Emergencia Económica y la Ley de Reforma del Estado. La primera suspendió subsidios y regimenes de promoción y autorizó el despido de empelados estatales; la segunda permitió al P.E. privatizar empresas estatales y vender sus bienes.
También se autorizó la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central y la eliminación del sistema de “compre nacional” y se liberalizaran las inversiones extranjeras. Esas leyes constituyeron los ejes estratégicos a partir de los cuales se movería las políticas del gobierno en los años sucesivos y llevaron a reducir el papel del Estado en la economía. Al mismo tiempo se buscó asegurar las reformas con un Poder judicial favorable a esta orientación. Así Menem promovió y obtuvo del Congreso al ampliación de los miembros de la Corte Suprema de Justicia que pasó a contar con nueve integrantes.
En marzo de 1989 asumió Nicholas Brady como nuevo secretario del tesoro norteamericano propuso a todos aquellos países que habían aplicado planes de ajustes sucesivos un ayuda financiera para reducir sus deudas a través del refinanciamiento con los organismo internacionales de crédito. La Argentina aceptó y el Plan Brady fue uno de los pilares de la política económica aplicada por Domingo Cavallo.
La primera ola de privatizaciones fue ejecutada por el Ministro de Obra y Servicios Públicos Dr. Roberto Dromí.
María Julia Alzogaray fue nombrada interventora de ENTEL, la empresa de telefonía estatal, para su privatización. Para fines de 1990 se había privatizado también Aerolíneas Argentinas, las petroquímicas Polsur, Petropol e Induclor y los canales de televisión 11 y 13, y las concesiones de peajes en las rutas nacionales.
La segunda ola produjo luego de la aplicación del Plan de Convertibilidad. En este período se privatizaron las principales líneas ferroviarias, los subterráneos, la provisión de agua corriente y red cloacal, las instalaciones portuarias, entidades bancarias, la empresa siderúrgica Somisa, diversas fabricas militares, el correo y la petrolera YPF, entre otras.
A principios de 1991 Domingo Cavallo asumió como ministro de economía, luego de ocupar un año en la cancillería.
El nuevo ministro encaró un programa integral de reformas para la estabilización económica. Su núcleo central fue la ley de Convertibilidad que consistió en la fijación de una paridad cambiaria de un peso por dólar, reduciendo la emisión monetaria más allá de la base disponible en divisas, Con esta ley se logró disciplinar a los actores económicos. Por otro lado se desalentaron los reclamos corporativos por más subsidios, y se congelaron los salarios, prohibiendo cualquier aumento que no fuera contraparte de un incremento en la productividad de las empresas. La estrategia apuntó a ganar competitividad internacional gracias a las importaciones e inversiones extranjeras, y a la reducción general de aranceles.
Entre los años 1990 y 1998 las inversiones europeas superaron los 32.000 millones de dólares, especialmente de origen español, francés, británico e italiano.
En forma silenciosa los índices de desempleo comenzaron subir. Se generalizaron los contratos precarios, el subempleo y el trabajo no registrado. Para 1995 la contratación bajo esta modalidad ascendió al 36% de la fuerza laboral, mientras que a partir de 1998 el desempleo trepó por sobre el 14%.
En 1999 el 30 % más pobre de la población había reducido en casi el 38% su participación en el ingreso con respecto a 1974, mientras que el 10% mas rico lo había incrementado en un 28%.
El alineamiento de Argentina con los Estados Unidos, en lo que el canciller Guido Di Tella llamó “relaciones carnales”, llegó a que esta potencia designara a nuestro país como aliado extra NATO. El gobierno de Menem envió naves y tropas al Golfo Pérsico en 1990 durante la guerra contra Irak. Modificó la postura en la ONU con respecto a Cuba y puso fin al proyecto Cóndor II .
Argentina se retiró del Movimiento de Países No Alineados (NOAL).
El gobierno restableció las relaciones diplomáticas con Gran Bretaña en octubre de 1989, rotas desde la guerra de Malvinas.
En 1990 los presidentes Menem y Fernando Collor de Mello ratificaron el “Programa de Integración y Cooperación Económica” firmado en 1986 entre Alfonsín y Sarney , por el cual ambos países avanzaban el conformación de un mercado integrado, con un intercambio comercial privilegiado por la remoción de tarifas aduaneras, y partiendo del eje Argentina-Brasil.
También secomprometían a la extensión del acuerdo hacia el resto de América latina.
Para 1991, el Uruguay y el Paraguay estaban dentro del mercado común denominado MERCOSUR , y Bolivia y Chile participaban como observadores en los grupos de trabajo. El resultado fue alentador para el comercio intrarregional que, entre 1985 y 1994, aumentó seis veces. No obstante la intención argentina de incorporarse al Nafta (Tratado de libre Comercio con Norteamérica.).
En 1996 Menem firma con el presidente chileno Alwyn el acuerdo sobre los Campos de Hielo Sur, que dio fin a la última disputa fronteriza con el hermano país.
Dos hechos trágicos de origen exterior convulsionaron la argentina de los años menemistas: En marzo de 1992 un artefacto detonó en el edificio de la Embajada de Israel en Argentina que provocó la muerte de 29 personas y más de 250 heridos. Dos años después un nuevo atentado destruyó el edificio de la Asociación de Mutuales Israelitas Argentinas (AMIA), en el que murieron 86 personas y hubo mas de cien heridos. Los hechos aún hoy no están aclarados, pero evidencian que se trata de una situación extranacional enmarcada en el conflicto de Israel con los países islámicos.

El pacto de Olivos:
El 1° de diciembre de 1995 Alfonsín resolvió constituir el Consejo para la Consolidación de la Democracia con la misión de asesorar al ejecutivo en la elaboración de proyectos de transformación de las estructuras del país.
Formado por Carlos Nino, políticos de distintas corrientes como José Antonio Allende, Ismael Amit, Leopoldo Bravo, Estévez Boero, Angel Robledo, Jorge Taina. Alfredo Vítolo; personalidades revelantes como René Favaloro, Julio Olivera, María Elena Walsh. El único radical era Enrique Nosiglia.
Era opinión generalizada entre los asesores del Consejo la necesidad de pasar a un sistema mixto“porque el presidencialismo impedía la canalización orgánica de las consecuentes tensiones provocaba las búsqueda de soluciones al margen de las instituciones”.
A partir de 1993 Carlos Menem hizo pública su intención de ser reelecto como presidente. Fortalecido por un apoyo masivo, la bonanza y la estabilidad económica, que alejó definitivamente los fantasmas de la hiperinflación, propuso modificar la Constitución.
En octubre las elecciones legislativas le dieron un triunfo con un 42% de los votos sobre el 30,7% del radicalismo. En la provincia de Buenos Aires se impuso por veinte puntos y en la Capital Federal se consagró la candidatura de Antonio Erman González.
Con el fin de presionar a los legisladores de la oposición para reformar la constitución Menem amenazó con convocar a un plebiscito para el 21 de noviembre de ese año.
Alfonsín opina que “El gobierno lograba así que la discusión sobre la reforma girara alrededor de la reelección, sin dar lugar a un debate serio acerca de sus contenidos”. Pero Alfonsín aceptaba la reforma constitucional si se pudiera incorporar el proyecto del Consejo de Consolidación de la Democracia creado por él en 1985.
Entiendo que si bien es cierto que Menem privilegiaba la reelección presidencial, no es menos que dicha cláusula estaba implícita en la reforma prohijada por Alfonsín a juzgar por las expresiones de los dirigentes más importantes de su partido.
Para Casella: “El país no puede darse el lujo de prescindir de un gobernante como el señor Alfonsín por un simple prurito constitucional” (Clarín 4 -7-86 pag.19). Angeloz, sostenía que: “Sería necesario para todos los argentinos un nuevo período presidencial hasta me animaría a pensar que en las próximas elecciones Alfonsín podría ser el candidato de todos los partidos”.(Clarín 25-6-86 pag.8). Jarolasky opinaba: “Que la gestión de Alfonsín se prolongue a partir de la reforma constitucional todo el tiempo que él esté en condiciones de brindar el aporte de su talento y su creación política para consolidar el sistema democrático”.(Clarín 4-5-86 pag.4). Federico Storani pensaba en aquel tiempo que: “La reelección presidencial es fundamental para asegurar la estabilidad democrática” (Clarín, 5-5-86 pag. 4).
El radicalismo debilitado, por los magros resultados electorales, temía una derrota que se presumía segura.
El presidente del bloque de diputados nacionales radicales, Dr. Baglini, le dijo a Alfonsín que: “hasta el momento, el bloque actuaba disciplinadamente, pero que de ninguna manera podía garantizar el mismo comportamiento luego de un plebiscito adverso, pues la campaña tendiente a presentar la oposición a la reforma como una proscripción había logrado sus efectos y la situación incomodaba a algunos correligionarios”.
En ese marco Raúl Alfonsín decidió reunirse con el presidente Menem.
El encuentro se efectuó, en secreto, en la casa de Dante Caputo, que estaba en el extranjero. Alfonsín fue con Mario Losada y Nosiglia. Menem con Bausá, Duhalde y Luis Barrionuevo.
Los puntos de la reforma fueron precisados por García Lema y Gil Saavedra
El domingo 14 de noviembre Alfonsín, acompañado por Genoud y Baglini, Masachesi y Berhongaray, concurrió a la quinta presidencial de Olivos a entrevistarse públicamente con el Presidente Menem. Éste lo recibió acompañado de su hermano, Bauzá, Ruckauf, Duhalde, Corach y García Lema.
Finalmente se llamó a elecciones para elegir constituyentes. La convención se reunió en Santa Fé, entre junio y agosto de 1994. Al decir de Alfonsín: “Fue una verdadera ágora, un taller de forja de la democracia argentina donde ser reivindicó el lugar de la política como diálogo, como espacio de formación de consensos y disensos, de identidades y de proyectos”.
La Convención Constituyente incorporó a la Carta Magna los derechos humanos, sobre los cuales asienta su aporte original: ser para el futuro la “Constitución de los Derechos Humanos”.
Quedó también consagrado por la Constituyente el derecho a resistencia a la opresión.
La reforma establece la igualdad real de oportunidades entre varones y mujeres
El Habeas Corpus, y Habeas Data como la Acción de Amparo son garantías que quedaron incorporada expresamente al texto de la Constitución.
Se consagra el sufragio universal, igual, secreto y obligatorio. Los partidos políticos son considerados “son instituciones fundamentales del sistema democrático”.
Se considera el derecho de los ciudadanos a la iniciativa de presentar proyectos de ley.
Se establece que: “todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano. La utilización racional de los recursos naturales, a la preservación del patrimonio natural y cultural y de la diversidad biológica, y a la información y educación ambientales”. Asimismo: “los consumidores y usuarios de bienes y servicios tienen derecho, en la relación de consumo, a la protección de su salud, seguridad e intereses económicos”.
También es importante la alteración jurídica de la escala normativa de la actual constitución, pues los tratados internacionales adquieren categoría supra legal. Especialmente las declaraciones americanas de los derechos y deberes del Hombre y la Universal de Derechos Humanos como la Convención de los derechos del Niño, el tratado de Costa Rica, etc.
Se acotó el mandato presidencial y la doble vuelta para su elección. También el acortamiento del periodo de los senadores cuyo número se incrementó a tres por provincias, correspondiendo uno a la oposición. También se determinó que tanto el Presidente y el Vicepresidente como los Senadores fueran elegidos en forma directa por el pueblo. Asimismo se estableció la selección de los magistrados por medio del Consejo de la Magistratura.
La Convención Constituyente estableció la autonomía de la ciudad de Buenos Aires y la elección de su Intendente en forma directa por los ciudadanos de la misma.
Se incorporan nuevas instituciones en el texto de nuestra Carta Magna:
• El jefe de gabinete de ministros, con responsabilidad política ante el Congreso de la Nación, le corresponde entre otras facultades: ejercer la administración general del país. Expedir los actos y reglamentos que sean necesarios para ejercer las facultades que se le atribuye y de aquellas que le delegue el presidente de la Nación. Efectuar los nombramientos de los empleados de la administración, excepto los que correspondan al presidente. Enviar al Congreso los proyectos de ley de Ministerios y de Presupuesto nacional, previo tratamiento en acuerdo de gabinete y aprobación del Poder Ejecutivo. Hacer recaudar las rentas de la Nación y ejecutar la ley de Presupuesto nacional. Concurrir a las sesiones del Congreso y participar en sus debates, pero no votar. Producir los informes y explicaciones verbales o escritos que cualquiera de las Cámaras solicite al Poder Ejecutivo.
• La Auditoria General de la Nación con autonomía funcional cuyo presidente se
nombra a propuesta del partido opositor más importante. Tendrá a su cargo el control de legalidad, gestión y auditoría de toda la actividad de la administración pública centralizada y descentralizada.
• El Ministerio Público a fin de defender los intereses generales de la sociedad.
• El Defensor del Pueblo, cuya misión primera es la defensa y protección de
los derechos humanos, es designado por el Congreso.

En las elecciones presidenciales del 14 de mayo de 1995 el partido Justicialista triunfó ampliamente con poco más del 50% de los votos, hecho que expresó masivamente el apoyo a la reelección. La fórmula Carlos Menem -Carlos Rukauf fue la gran ganadora de las elecciones.
El Frente País Solidario (FREPASO) ,con las candidaturas de Octavio Bordón y Carlos “Chacho” Álvarez, logró romper por primera vez el monopolio bipartidista y obtuvo el segundo lugar con el 30% de los votos mientras que la UCR obtuvo el tercer lugar con el 19 % del electorado.
El nuevo partido estaba formado por peronistas disidentes, socialistas, demócratas cristianos y militantes de los derechos humanos como Graciela Fernández Mejide.

LA SEGUNDA PRESIDENCIA DEL DR, CARLOS S. MENEM:
.El 8 de julio de 1995 Menem asumió su segundo mandato. El gabinete no presentó demasiadas modificaciones. La nueva figura del “jefe de gabinete” fue ocupada por Eduardo Bauzá. Los nombres de los integrantes del gobierno ya eran conocidos: Carlos Corach, Domingo Caballo, Guido Di Tella, Oscar Camilión, José Caro Figueroa, entre otros.
La crisis económica, profundizada por el “Efecto Tequila”, no daba signos de mejora. Cavallo renunció a su cargo a fines de julio de 1996 y fue reemplazado por Roque Fernández, quien mantuvo el mismo modelo económico de su antecesor: convertibilidad monetaria, apertura económica y privatizaciones.
La paridad cambiaria podía mantenerse con el ingreso de divisas pero concluidos en el proceso privatizador las mismas salían por remisión de utilidades, como también por el pago de los servicios de la deuda externa. A partir de 1998 la Argentina ingresó en una profunda recesión.
Hubo un sector sindical disidente que rompió con la CGT y constituyó el Movimiento de Trabajadores Argentinos (MTA)liderado por Hugo Moyano y la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), impulsada por De Gennaro, y la CCC, conducida por Carlos “Perro” Santillán.
Comenzaron las protestas en el interior más afectado por el desempleo, como Cutral Có en Neuquén y general Mosconi en Salta. Aparecieron los cortes de rutas, y los levantamientos sociales que se irán extendiendo al gran Buenos Aires e incluso la Capital. Federal.
Fueron frecuente durante la segunda presidencia de Menem las denuncias por corrupción de funcionarios: la venta ilegal de armas a Ecuador y a Croacia, las irregularidades en la contratación con IBM en el Banco Nación y las reiteradas denuncias por “retornos” en la obra social de jubilados y pensionados (PAMI) .
A esto se sumaron denuncia por enriquecimiento a Matilde Menéndez y Victor Alderete por sus gestiones en el PAMI y a María Julia Alzogaray, titular de la Secretaría de Recursos Naturales.
La sensación de que existía un altísimo grado de corrupción se generalizó en 1996 tras las denuncia del ex ministro Cavallo sobre la existencia de “mafias” allegadas al gobierno. El hecho fue corroborado con el homicidio del periodista Cabezas que investigaba la conducta mafiosa del empresario Yabrán que pretendía la adjudicación del servicio postal nacional y que contaba con muchos contactos con funcionarios y familiares del presidente Menem.
El radicalismo salió muy debilitado del proceso constituyente, pagando los costos e haber facilitado la reelección de Menem. Fue primero el Frente Grande y luego su continuación el Frepaso, el cual creció aceleradamente ocupó el espacio electoral de la oposición. Sus dirigentes Carlos “Chacho” Álvarez y Graciela Fernandez Meijide percibieron que, a pesar de su rápido ascenso, eran una opción de poder real que pudía desplazar a Menem. Así nació, con gran expectativa, la “Alianza para el Trabajo, Justicia y Educación” constituida entre el Frepaso y la UCR.
La Alianza logró en las elecciones de 1997 un 45,7%, el oficialismo el 36%. Graciela Fernández Meijide logró la hazaña al derrotar a Hilda “Chiche” Duhalde en la provincia de Buenos Aires.

LA PRESIDENCIA DEL DR. FERNANDO DE LA RÚA:
Las elecciones presidenciales de 1999 dieron el triunfo a la fórmula Fernando de la Rúa- Carlos Alvarez, con el 48,5 %. El peronismo logró el 38%.
Dice Fernández Meijide: “De la Rúa fue elegido en 1999 como el político ideal para conservar las conquistas de la convertibilidad –estabilidad, crecimiento, crédito- y subsanar sus falencias: desempleo, pobreza, distribución del ingreso. Pero también como contrafigura de Menen. A la corrupción del período menemista debía oponerse la honestidad el nuevo presidente; a la audacia trasgresora del riojano, la prudencia austera de De la Rúa; a la imprevisibilidad y las opiniones contradictorias de uno, la previsibilidad y coherencia del otro. Pero no bien asumió el gobierno el escenario fue el opuesto al previsto: el presidente elegido para conservar debía transformase en un presidente para cambiar y gobernar una realidad fluida y compleja…y nunca se pudo adaptar al complejo desafío que le tocó en suerte”.
De la Rúa dejó escrito en sus memorias: “En 1999 fui elegido Presidente de la Nación con casi el 50% de los votos. Convoqué a la construcción de un país moderno, basado en el diálogo y el consenso, el respeto a las instituciones y la independencia de la justicia. Como demócrata, siempre creí en las libertades, en honrar los compromisos adquiridos por el país y en respetar las reglas de una economía sana. Debí gobernar durante un período de marcada recesión mundial provocada por el enfriamiento de la economía norteamericana, al tiempo que me tocó administrar la deuda externa acumulada más grande la historia argentina. Mi visión era posicionar seriamente a nuestro país frente al mundo y para eso tuve que reducir el déficit y renegociar los términos de la deuda sin dejar de cumplir con las obligaciones. Creí que el esfuerzo traería credibilidad –tanto adentro como afuera- y una excelente posición para capitalizar el ciclo expansivo que inevitablemente llegaría. Me comprometí a no devaluar, preservando así el salario hasta el final de mi gobierno. Luego de la devaluación peronista, el poder adquisitivo de los trabajadores caería a la mitad. Sostuve que un Estado libre de déficit, corrupción y abusos políticos sería la base de la salud económica para un país emergente como la Argentina. en el primer año de gestión logré reducir el déficit significativamente, pero la crisis del 11 de septiembre y los cambios en la política de los Estados Unidos, de la mano de George W. Bush y Paul O´Neill desencadenaron una intransigente presión del FMI, generando debilidad económica para nuestro país y obligándome a tomar difíciles decisiones. En aquel momento, el peronismo bonaerense percibió una oportunidad de llegar al poder a través de un golpe civil, generando violencia organizada en las calle y, en el Congreso, el pedido de renuncia y juicio político al presidente, negándose a apoyar cualquier decisión que nos permitiera superar la coyuntura. Para evitar más violencia y posibilitar las medidas necesarias para resolver la crisis externa-que bajo esas condiciones políticas eran imposibles- renuncié a mi cargo el 20 de diciembre de 2001”.
De la Rúa intentó modificar el funcionamiento de las AFJP para flexibilizar el menú de inversiones. Esta medida era importante porque el estado requería colocar nuevos bonos para refinanciar los vencimientos de su deuda. Cuando la indicativa se estancó ene. Congreso por el rechazo de un sector importante del radicalismo, encabezado por Leopoldo Moreau.
El fracaso parlamentario de la iniciativa en el Congreso obligó a Carlos Álvarez, en ejercicio del PE, a firmar un decreto de necesidad y urgencia para desregular las mutuales. Esta actitud del vicepresidente le trajo conflictos con algunos dirigentes de su partido y de los sindicatos.
Señala Morales Solá que: “No había disidencias políticas o ideológicas entre De la Rúa y Álvarez; el vicepresidente fue, por el contrario, quien más defendió medidas del gobierno tan conflictivas como el voto contra Cuba en las Naciones Unidas o la poda salarial”.
Los sobornos en el Senado:
Unas de las exigencias del FMI para la negociación de los créditos externos eran las reformas estructurales entre las que se destacaba la reforma laboral. El eje de la propuesta era la flexibilización de de las relaciones laborales suponiendo que ello contribuiría a la disminución del desempleo, aumentando el período de prueba a tres meses extensivos a seis, reduciendo las cargas sociales y descentralizando los convenios colectivos de trabajo.
A pesar de fuerte oposición de los sindicatos enrolados en CGT disidente, encabezada por Hugo Moyano, la ley se votó en la Cámara baja con la negativa de un importante sector del bloque justicialista.
Las protestas fueron reprimidas con un saldo de 27 heridos y 43 detenidos.
Finalmente, el 27 de abril de 2002, la ley fue aprobada por el Senado.
El periodista Morales Solá fue quien denunció la posibilidad de sobornos en la tramitación de la ley de flexibilidad laboral en el Senado. Así lo rememora: “El 25 de junio de 2002, en la habitual columna política dominical de La Nación, escribí el siguiente párrafo: “incluso, habría existido favores personales de envergadura a los senadores peronistas- para sorpresa de algunos-, después de que eso aprobaron la reforma laboral: esas concesiones fueron conversadas y entregadas por dos hombres prominentes del gobierno nacional. La puerta que se abrió es un precedente arriesgado, en el que el intercambio de dádivas reemplazaría a la política. ¿Qué línea prevalece? ¿La de aquellos favores a cambio del voto para una ley o la del vicepresidente Carlos Álvarez, que viene denunciado a los senadores peronistas y la corporación senatorial por el uso que ésta hizo de los recursos de la Cámara?
La ley de reforma laboral se había aprobado en abril, pero ya en mayo escuché por primera vez la versión de que había pagado sobornos por ellos”.
Un senador le dijo a Morales Solá: “Me preocupa que usted ande con esa versión, porque los periodistas creen que la política es cuestión de ángeles. No es así y la vida lo va a decepcionar muchas veces
Morales Solá habló con varios senadores a fin de confirmar sus dichos. Finalmente realizó el último chequeo con el jefe formal del Senado, el vicepresidente Álvarez quien le dijo: “Mire, hace varios días que esta noticia me tortura. Estoy seguro de que los sobornos existieron, pero no tengo ninguna prueba de ello. Si fue así, este gobierno estallará en mil pedazos.
¿Por qué?
-Porque su composición política le impide hacer una cosa así”.
Meses más tarde Antonio Cafiero presentó en el Senado una cuestión de privilegio fundada en la denuncia de Morales Solá. También lo hizo el senador Jorge Antonio Villaverde a fin de que se averigüe el asunto.
Sostiene Morales Solá que: “Tanto Álvarez como Cafiero se escudaron en el periodista que había publicado la versión para respaldar su impugnaciones. Pero ellos conocía los hechos antes de que se publicaran y contaban con más detalles que el propio periodista”.
El escándalo fue creciendo. Álvarez inició una investigación amplia que no encontró apoyo en de la Rúa , especialmente al mantener a Santibañes en la SIDE y ascender a Flamerique de ministro a Jefe de Ministros. Eran los dos hombres más sospechados del escándalo de los sobornos.
Según Graciela Fernandez Meijide: “El repudiable asunto de los sobornos del Senado fue utilizado por Chacho como un arma política para dar batalla al sector que representaba De Santibáñez, batalla cuyo motivo real era la orientación económica del Gobierno y el nombre del eventual reemplazante de Machinea. Pero al mismo tiempo el tema de los sobornos era una reserva moral, un puente de plata que le permitiría –si lo decidía- retirarse del gobierno con su prestigio personal incólume, aunque esta idea era desconocida por el resto de la dirigencia del Frepaso”.
Por otra parte el vicepresidente Álvarez sospechaba que el Jefe de SIDE le había hecho una operación en contra suyo y de su familia.
En cuanto a Flamerique, su antiguo amigo, Álvarez no le perdonaba que le hubiera ocultado el pago de los sobornos a los senadores peronistas.
Finalmente Carlos Álvarez renunció a la vicepresidencia de la Nación el 5 de octubre de 2000.
Aspectos económicos del gobierno de De la Rúa:
José Luis Machinea se orientó de acuerdo con recetas de corte ortodoxo.
En sus primeras medidas Machinea impuso un fuerte ajuste fiscal con el propósito de reducir el déficit de once a cinco mil millones de dólares e impulsó el aumento de los impuestos. Pero los indicadores económicos siguieron descendiendo. Entonces redobló la apuesta y anunció la reducción de los salarios del sector público generando una fuerte oposición sindical
La tercera ronda de ajuste vendría de la mano del acuerdo con el FMI denominado Blindaje Financiero consistente en una refinanciación de deudas por 25.000 millones de dólares a cambio de reformas estructurales, reforma provisional, pacto fiscal con los gobernadores y el congelamiento de gastos por cinco años. Ninguna de estas medidas favoreció la inversión ni logró mayor recaudación. Por el contrario a cada ajuste le siguió una nueva caída del consumo y los ingresos fiscales, realimentando la espiral recesiva. En esas condiciones el ministro Machinea renunció en marzo de 2001.
De la Rúa nombró como nuevo ministro de Economía a Ricardo López Murphy, pero el rechazo de los primeros anuncios lo llevó a renunciar de inmediato. Para reemplazarlo fue llamado Domingo Cavallo.
A mediados de 2001 el crédito internacional se cerró para la Argentina. Como respuesta Cavallo anunció el plan Déficit Cero, que exigía a la Nación y alas provincias gastar sólo lo que pudieran recaudar. Tomando en cuenta que bajo la convertibilidad aceptaba un déficit de 4500 millones de dólares, la exigencia de una drástica reducción estaba llamada a paralizar la economía y finalmente destinada al fracaso. La estrategia consistía en provocar una hiperrecesión para recuperar el control de la divisa, impulsando una baja de los precios y los salarios por la vía deflacionaria y asegurando el flujo de los vencimientos externos.
El enfriamiento de la economía produjo una nueva fuga de capitales.
Un último intento se ensayó con el megacanje, un acuerdo financiero para extender los plazos del vencimiento de la deuda pública.
Ante la continua fuga de capitales Cavallo se vio obligado a detener forzosamente el retiro de dinero y estableció lo que se denominó el “corralito”, que impedía la extracción de dinero de las cuentas bancarias.
En los primeros días de diciembre de 1999 la debacle económica y la crisis social llevaron las emisiones a un punto extremo.
Las clase medias se sumaron a las protestas callejera de los “piqueteros”. Los ahorristas se agolparon en la puerta de los bancos en reclamo de su dinero. El descontento se manifestó bajo la modalidad de los “cacerolazos”.
Las jornadas del 19 y 20 de diciembre fueron decisivas. En algunos barrios del interior del país y gran Buenos Aires comenzaron los saqueos a supermercados y negocios.
De la Rua anunció el estado de sitio, la población en un acto de insubordinación se lanzó a la calles a reclamar “que se vallan todos”, empezando por el presidente.
Los enfrentamientos del 20 de diciembre resultaron muertos más de treinta personas en todo el país.
El Justicialismo se negó a integrar un gabinete de coalición.
A la noche De la Rúa, después de anunciar su renuncia a la presidencia de la Nación, se alejaba de la Casa Rosada en helicóptero, en medio de los enfrentamientos en Plaza de Mayo. Era el fin del gobierno de la Alianza.
Para Morales Solá: “Los resultados de la experiencia aliancista en el poder son catastróficos: las reservas del país, que Menem había dejado en unos 30.000 millones de dólares, cayeron a cerca de 15.000 millones.
La desocupación creció durante la gestión de la Alianza, en números redondos, del 13 al cerca del 20 por ciento. Esta cifra no tiene en cuenta los efectos de las últimas medidas financieras ni a los subocupados. Los especialistas aseguran que la desocupación real de la Argentina rondaba el 25 por ciento, mientras 2.000 personas de la clase media cruzaban todos los días la frontera que las separaba de la pobreza. La recesión hizo estragos entre empresarios y empleados. Los despidos y las reducciones salariales son las pocas novedades que se aguardaban entre los que trabajan en un país donde la desconfianza y el temor son las únicas emociones que abundan”.

Dr. Fernando Klappenbach, La Plata, 17 de abril de 2009.


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viernes, 10 de julio de 2009

Plan de evasión

Por Jorge Raventos

Plan de evasión | lapoliticaonline.com

De Honduras a Chávez, pasando por Irán

Informe de Esteban Pascual

Pilar Rahola - 06/07/2009

Honduras inquieta, pero quien preocupa es Chávez, auténtico culpable de esta insostenible situación. Sobredosis de Honduras, en mi viaje por Chile. Hierven los periódicos, las tertulias, las conversaciones de todos con todos. En la cena que comparto con diputados de la Cámara, mayoritariamente de Bachelet, pero también de la oposición, el comentario es unánime. Hay que condenar el golpe de Estado - ¿contragolpe?-,pero… Y el pero se convierte en la parte fundamental de una densa conversación, donde Honduras inquieta, pero quien preocupa profundamente es Hugo Chávez, auténtico culpable de la insostenible situación en el pequeño país centroamericano. En su columna en el diario El Mercurio,Hernán Felipe Errázuriz habla de "las infecciones de Chávez", y recuerda que esas infecciones están enfermando de tal manera a las democracias que atacan, que lentamente van desapareciendo como tales. Dice Hernán: "Zelaya creía que bastaba ser elegido para ser demócrata, com Hitler, Chávez y tantos otros". En el diario Las Américas,Carlos Sánchez Berzaín mantiene la dureza de sus otros colegas y asevera: "La búsqueda del poder total de este neocomunismo, para destrozar a la democracia, es ya un molde". Y, rematando, el analista Horacio Calderón habla de los "golpes de Estado blandos", que están proliferando bajo los auspicios bolivarianos. Ciertamente, el intento de Zelaya de vulnerar la Constitución hondureña, perpetuarse en el poder y quebrar las leyes del país situó a Honduras al borde de un conflicto, que finalmente estalló de forma traumática. Me decía un notable diputado chileno que Zelaya había destruido todos los puentes con la sociedad civil, hasta el punto de que ni la Iglesia le daba apoyo. Sin clases medias ni sectores dinámicos, sólo le quedaba el apoyo de los sectores rurales, a los que había bombardeado con el clásico populismo. Nada es, pues, lo que parece en Honduras, y sobre todo no es lo que venden Zelaya y sus colegas del ALBA bolivariano. Llama la atención que durante todo este tiempo la OEA no haya intervenido en el proceso colonialista del chavismo, y ahora sepreste a expulsar al nuevo gobierno hondureño. Muy balanceados no son. Y, por supuesto, aún llama más poderosamente la atención la actitud de la presidenta Fernández, hundida en las elecciones, atrapada en una crisis médica de más de 100.000 afectados por la gripe A, previamente negados para no dañar los votos, e inicialmente decidida a acompañar a Zelaya en su retorno a Honduras. El aventurismo irresponsable de CristinaFernández se está convirtiendo en una peligrosa seña de identidad de su Gobierno, hasta el punto de que, hoy por hoy, es uno de los líderes del continente más desprestigiados. Nada que ver, por supuesto, con su vecina Bachelet, cuyos aciertos políticos la han encumbrado en las encuestas. Incapaz de gobernar adecuadamente a los argentinos, la presidenta se va a decirles a los hondureños cómo tienen que gobernarse. Es más patético y resulta un chiste. ..
www. pilarrahola.com


HORACIO CALDERON
Analista Internacional
Especialista en Contraterrorismo
www.horaciocalderon.com
http://terrorismo-contraterrorismo.blogspot.com
hc@horaciocalderon.com horaciocalderon@hotmail.com
54-9-11-5937-7694 (011) 15-5937-7694
Buenos Aires - Argentina

Buenos Aires, 6 de julio de 2009.

Ante las declaraciones de la Presidente Cristina Fernández de Kirchner, en cuanto a la supuesta lectura que habría realizado del texto completo (dijo haberlo hecho con todos sus artículos) de la Constitución Nacional de la República de Honduras, se citan a continuación dos de sus principales artículos, que ponen perfectamente en claro las restricciones propias del cargo de primer mandatario de ese país:

CITA

ARTICULO 238.- Para ser Presidente de la República o Designado a la Presidencia, se requiere:
1. Ser hondureño por nacimiento;
2. Ser mayor de treinta años;
3. Estar en el goce de los derechos del ciudadano; y,
4. Ser del estado seglar.

ARTICULO 239.- El ciudadano que haya desempeñado la titularidad del Poder Ejecutivo no podrá ser Presidente o Designado.

El que quebrante esta disposición o proponga su reforma, así como aquellos que lo apoyen directa o indirectamente, cesarán de inmediato en el desempeño de sus respectivos cargos, y quedarán inhabilitados por diez años para el ejercicio de toda función pública. (resaltado de este analista)

FIN DE LA CITA

Resulta asimismo lamentable el papel que ha desempeñado la Presidente Kirchner al respaldar lo que se ha omitido denunciar debidamente, y que es la intromisión chavista -incluyendo amenazas de intervención militar- en los asuntos internos de Honduras y de todo América Latina. Nuestro país se suma así una vez más al círculo vicioso de mandatarios, que amenazan de manera permanente la estabilidad regional con el objetivo de instaurar dictaduras de extrema izquierda en la región, como es el caso de Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua.

Otro error protocolar de la mandataria argentina y que llama a confusión, es haber hecho referencia al Presidente de la Asamblea Nacional de la ONU, Miguel D'escoto, como "Padre", infiriendo (por ignorancia, supongo) que las altas funciones que ejerce esta persona en el alto organismo mundial, pudieran tener relación alguna con la Iglesia Católica Apostólica Romana, que lo ha suspendido "a divinis", precisamente por detentar cargos públicos en su país. Esta situación fue confirmada nuevamente por la Santa Sede en oportunidad de su designación en la ONU.

Resulta también lamentable que el sujeto que detentó la primera magistratura de Honduras, vulnerando normas constitucionales y leyes de su país, haya ignorado las advertencias sobre las gravísimas consecuencias que podría acarrear su retorno, a las que se sumó la Iglesia Católica en Honduras.

Atentamente.

Horacio Calderón


Buenos Aires, 4 de julio de 2009.


"Horacio Calderón advirtió que el modelo chavista
esta socavando las instituciones republicanas de Latinomérica"


El analista internacional señaló que el golpe de Estado que se produjo en Honduras es algo que "se venía incubando hasta que desembocó en este movimiento o contragolpe contra José Manuel Zelaya que tenía como proyecto principal -que vulneraba la Constitución Nacional- instalar un modelo espejo como el que hizo Hugo Chávez y Evo Morales". Desde ya consideró que no era la forma correcta porque que se lo podría haber arrestado y acusado por los delitos que haya cometido. Zelaya buscó modificar la Carta Magna para obtener la reelección indefinida, es decir "casarse con la Venezuela de Chávez".

También señaló, en Sábado Radio, por Radio Rivadavia, que la influencia del jefe de Estado venezolano sigue estando presente en los Kirchner, y pidió prestar atención porque en el momento menos esperado Chávez se puede poner en contra de la pareja presidencial.

A su vez marcó que se habla mucho de golpes militares pero ¿de los golpes blancos? se preguntó Calderón, ¿y la forma en que se vulneró la Constitución de los países? como en Venezuela y Bolivia. Como consecuencia, agregó, se están alentando y financiando movimientos terroristas en todo el continente americano.

También se mostró preocupado de que la Argentina quede encerrada "con toda esta camándula de presidentes de izquierda que son los primeros en vulnerar la ley y en reclamar por la democracia cuando ellos no la respetan".

Bajar el audio: http://www.horaciocalderon.com/Audio/HC_DelDuca_040709.mp3




Buenos Aires, 29 de junio de 2009.


ANALISIS PRELIMINAR SOBRE LA CRISIS EN HONDURAS


Radio Universal de Bahía Blanca realizó un reportaje a Horacio Calderón sobre las raíces y la situación actual de la gravísima crisis política en Honduras, entre cuyos factores se encuentra la intervención directa del presidente venezolano Hugo Chávez y sus aliados más cercanos en los asuntos internos de este país centroamericano.

Se aclara que al momento de la entrevista no se había tomado conocimiento público de la represión actualmente en progreso.

BAJAR AUDIO: http://www.horaciocalderon.com/Audio/29%20CALDERON.mp3



TERRORISMO ETNOCOMUNISTA Y SUBVERSION CHAVISTA EN EL PERU


INTRODUCCION



Mucho se ha dicho y escrito durante las últimas semanas sobre los sangrientos hechos acaecidos en el Perú, que no son sino el efecto de causas que se han ido incubando en el país desde mucho tiempo atrás.

El presente ensayo de manera alguna intenta sentar posición sobre la legitimidad de reclamos indígenas, que acaban incluso de ser reconocidos por el mismo gobierno y el congreso peruano. Este último acaba de derogar por 82 votos contra 12 las normas 1090y 1064 rechazadas por las comunidades indígenas, que consideraban lesivas a sus derechos esas disposiciones tendientes a regular la explotación de los recursos naturales.


El objeto del trabajo es exponer y analizar las principales causas del actual proceso de agitación en el Perú, como así también informaciones que denuncian la fuerte intromisión de los gobiernos de Venezuela, Bolivia y Ecuador, en el marco del gran proyecto... BAJAR EL ENSAYO



Link directo: http://www.horaciocalderon.com/Articulos/HC_PERU_TERRORISMOYSUBVERSIONCHAVISTA.doc

jueves, 2 de julio de 2009

Análisis de la elección legislativa

El ajustado triunfo del PRO sobre el Frente para la Victoria, en la Provincia de Buenos Aires, dejó plasmada la frase de un reconocido político y experto organizador Justicialista, quién hace solo unos días en un comentario “al paso” sentenció: “…a UNION- PRO lo puede salvar ‘el viento’ solamente”. Y a continuación aclaró: “…habrá un fraude electoral de entre un cinco a un seis por ciento, que solo lo puede repechar un imprevisto electoral que, como el viento, simplemente se produce o no”. Y el segundo cinturón del conurbano bonaerense lo produjo; más aún que los indecisos. Quizá por ello “la banda kirchnerista” adelantaba, dentro de la primera hora de finalizada la elección, un triunfo del FPV en el orden de los seis a ocho puntos y hasta un máximo de diez… Pero “el viento se produjo y dio vuelta las urnas él solito. Así, una elección apretada le dio el triunfo a UNION-PRO; y con las urnas en el correo, para el oficialismo fue ya tarde. Mas lo hecho, hecho está; y tristemente rabiosos los militantes del “asistencialismo gubernamental” comenzaron a ver como la “vida fácil” se les escapa de las manos en beneficio de un potencial “nuevo acreedor”.
Sin embargo en esta elección, se destacó un “desaparecido” justamente porque fue el mayor ignorado: El Justicialismo. De él nadie habló antes; durante, o después de la misma. Simplemente se disputaron “como trofeo” sus símbolos. ¡Y para que más, si con eso alcanza! Pero varios militantes y algunos dirigentes doctrinarios ya comienzan a levantar las banderas de Perón, nacidas de una filosofía de vida simple, práctica, profundamente humanista y profundamente cristiana; plasmada en Doctrina Nacional durante los tres gobiernos de Juan Perón y bendecidas por la sangre de cientos de militantes a través de decenas de años de persecuciones, cárcel, muertes, y proscripciones. Solo es cuestión de tiempo; y ninguna “farsa” podrá arriar las mismas en aras de un rejuntado hambriento de poder, con gran patrimonio económico y ajenas influencias, que como el Flautista de aquél pueblito Alemán, llevará al gran rebaño electoral, otra vez, a un nuevo desbarranque económico.
Las patrañas “socialdemócratas” tienen tantas máscaras como el Pueblo les quiera “comprar”. Por eso hubo “un solo Perón y una sola Doctrina”, la Nacional Justicialista que él mismo realizó para el Pueblo todo; para su información y su guía. Norte único, probado, y brújula que solo la tenaz contumacia de dirigentes “comprados” pudo haber extraviado.
Hoy, maniobras como las de los usurpadores del Partido Justicialista y sus símbolos, tales como la “pseudo renuncia” de Kirchner a la Presidencia del mismo, solo son para confundir a la opinión pública; porque el Movimiento Nacional Justicialista es del Pueblo, y las elecciones internas por padrón de afiliados con la debida antigüedad, para elegir a las autoridades de su Partido, es solo cuestión de tiempo. Más aún cuando los abogados “devenidos a Jueces” de la mano de políticos corruptos, se den cuenta que su propia conducta será puesta en la picota. Que es solo cuestión de tiempo. Y que ese momento viene llegando.

Jorge Coassini
Volver a Peron.Buenos Aires

miércoles, 1 de julio de 2009

K-chetazo

Por Vicente Massot y Agustín Monteverde

Cuando a principios del presente año —para ser más preciso, el 3 de febrero— titulé una de nuestras entregas semanales: Kirchner ya perdió, no lo hice a impulsos de alguna suerte de fobia, esgrimida a expensas del santacruceño, ni de uno de esos arranques que, de ordinario,caracterizan a los apostadores compulsivos. No tenía entonces la bola de cristal que me permitiese conocer el futuro ni me había licenciado de adivino. El cálculo era sencillo y estaba al alcance de cualquiera dispuesto a prestarle atención a cuanto había sucedido en los comicios legislativos del 2005. Como cuatro años atrás el oficialismo se hallaba en el apogeo de su poder y la diosa Soja no hacía más que sonreírle a su administración, suponer que ese escenario podía repetirse —tras la derrota frente al campo y la crisis económica mundial— era sencillamente inimaginable.
Por tanto me animé a adelantar “que las elecciones de octubre ya han sido substanciadas y que el resultado general es de todos conocido: perdió el kirchnerismo sin apelación”. Claro que semejante afirmación, hecha ocho meses antes del acto electoral, le pareció a muchos exagerada u osada, cuando no lo era. Si de las 127 bancas en disputa el FPV renovaba 62 en la cámara baja, y de las 24 en el Senado el partido del gobierno debía defender 14, su suerte estaba echada. En ese
momento nadie podía predecir que Kirchner adelantaría los comicios y, mucho menos, que decidiría, él mismo, encabezar la lista de diputados en la decisiva provincia de Buenos Aires. Ni hablar de la orden extendida luego a Daniel Scioli para que lo acompañara ni de las candidaturas testimoniales de los intendentes afines.
Kirchner tenía perdidas las cámaras desde el famoso voto de Julio Cobos en el Senado, de modo tal que, a la luz de lo acontecido el pasado día domingo, la de febrero no fue una predicción perfecta. Sobre todo si se toma en cuenta que se circunscribía a algo obvio: la desaparición de las mayorías en el Congreso nacional y la pobre performance de los candidatos oficialistas en la Capital Federal, Córdoba y Santa Fe.
Lo que nadie estaba en condiciones de imaginar siquiera, era la dimensión de la caída que sufriría el kirchnerismo más allá de lo previsible. Porque fue sepultado en Santa Cruz y tropezó en el plebiscito de la provincia de Buenos Aires que el santacruceño se obstinó en moldear con el propósito de sostener —si ganaba por un voto— que él podía cantar victoria al margen de los resultados del resto del país y de la futura conformación de las cámaras.
Los plebiscitos tienen de riesgoso que siempre lo son a suerte y verdad, a todo o nada, con la particular coincidencia de que, en esta oportunidad, Néstor Kirchner arrastró en su porrazo al gobierno encabezado formalmente por su mujer, a su presunto delfín —el siempre dócil Daniel Scioli, gobernador de Buenos Aires— y al aparato de intendentes justicialistas del conurbano.
Si al finalizar la absurda confrontación con el campo quedó en claro la quiebra definitiva del proyecto hegemónico del santacruceño —que perdió el monopolio de la sucesión— ahora puede decirse, sin hipérbole ninguna, que se acaba de terminar el ciclo político kirchnerista. Para explicarlo con una figura futbolística, es como haber recibido 10 goles en contra, sin convertir ninguno, y, al mismo tiempo, haber descendido de la categoría A a la B.
Es que, bien analizada la situación, Kirchner carece de espacio de maniobra y no tiene geografía de escape. Odiado por sus enemigos; ignorado, a partir de hoy, por quienes debieron tolerar su sectarismo y falta de consideración durante los últimos cinco años; acechado por aquellos que han jurado vengarse de su forma descomedida de ejercer el poder y con una caja semivacía, o se allana a la estrategia de los barones del peronismo o, si escalase en su desesperación, el gobierno de Cristina Fernández terminaría antes de tiempo.
Las rabietas, excentricidades, exabruptos y arrebatos a que tuvo acostumbrado al país, ya no se le tolerarán. Sencillamente porque del poder que reivindicaba con éxito, hasta principios del año pasado, poco y nada conserva: una parte la perdió contra el campo y el resto lo acaba de dilapidar el domingo. ¿Qué le queda? Apenas el hecho de que su mujer es la presidente de la Nación y todavía tiene la facultad de decidir ciertas políticas públicas. En resumidas cuentas: aún ocupan las oficinas gubernamentales, pueden firmar decretos de necesidad y urgencia y manejan el aparato estatal.
En otro país y en circunstancias diferentes ese caudal sería considerable, pero en la
Argentina, donde las instituciones cuentan poco y nada, haber cedido el poder real hacia adentro del peronismo y de puertas afuera del gobierno, puede resultar fatal. Néstor Kirchner, a esta altura del partido, no parece del todo conciente del tembladeral bajo el que se halla parado. Si bien renunció antes de que se lo exigieran a la presidencia del PJ, Cristina Fernández —sobre cuyo papel decorativo no existen dudas— cuando todavía no se habían apagado los ecos de la estruendosa derrota del FPV, le habló al país como si nada hubiera pasado. El solo hecho de
considerar que el resultado de la elección deja a la vista una especie de empate entre distintas fuerzas, es negarse a ver lo que brilla delante de sus ojos. El kirchnerismo no perdió “por poquito” —como sostuvo el santacruceño el lunes a la madrugada— sino que fue arrasado. Cargar contra los periodistas y el campo, nuevamente, y sostener que no hace falta un cambio de gabinete, demuestra a las claras algo ya dicho antes: es difícil que el kirchnerismo se reinvente y, de buenas
a primeras, se convierta en republicano.
Lo que dejó traslucir el discurso de Cristina Kirchner es el verdadero pensamiento de su marido, desafecto a la negociación e incapaz de considerar seriamente la posibilidad de buscar consensos con las demás fuerzas políticas. La consecuencia de una actitud por el estilo, con un cambio tan notorio en la relación de fuerzas después de las elecciones, es el escalamiento del conflicto.
Solo que esta vez el conflicto —que el kirchnerismo, por razones obvias, no puede sortear con éxito— pondría en riesgo una gobernabilidad que los peronistas, pensando en el 2011, desean preservar. El problema es que el santacruceño, en su desmesura, la puede dinamitar sin interesarle las consecuencias. Lo dicho tiene que ver con las candidaturas futuras de Carlos Reutemann y Julio Cobos y los escenarios que pueden derivarse de aquí en más, según como evolucionen los acontecimientos.
El peronismo casi en pleno ha comenzado su peregrinación hacia la nueva meca situada en la localidad de Llambí Campbell, provincia de Santa Fe, donde reside Carlos Reutemann. Su triunfo, aunque exiguo, vale lo mismo que si hubiese resultado abrumador. Vencedor en su distrito, peronista sin tachas, sin responsabilidades de gobierno por los próximos dos años, sin ningún rival de envergadura dentro del movimiento al que pertenece y con la capacidad no sólo de seducir a los propios sino también a un vasto conglomerado de independientes y de votantes del PRO a nivel nacional, la candidatura del ex–corredor de Formula Uno es a prueba de balas. Me
animaría a decir que, con Scioli fuera de juego, ni siquiera necesitará presentarse a internas. Salvo, claro, que para cubrir las apariencias cumpla con esa práctica tan rara en el peronismo.
A Julio Cobos, en la vereda de enfrente, le sucede algo similar. Los veinte puntos que le sacó a Celso Jaque en su Mendoza natal y el traspié directo de Elisa Carrió e indirecto de Hermes Binner, lo convierten al vicepresidente en el candidato excluyente de un espacio político con buenas perspectivas electorales. Es que si el actual gobierno terminase su mandato en el 2011, es probable que el deterioro del kirchnerismo atenuase las chances del justicialismo e incrementase,por lógica consecuencia, las de un opositor como Cobos quien, a pesar de su cargo, no es
considerado por la opinión pública un miembro responsable de la administración en curso y tiene, a su favor, ser el político con mejor imagen del país.
Es cierto que faltan dos años y medio, poco más o menos, para votar al próximo presidente y que, entre nosotros, ese lapso de tiempo representa una eternidad. También es cierto que Néstor y Cristina Kirchner no terminan de leer la realidad como corresponde. Por lo tanto, se abren dos escenarios. El primero caracterizado por una transición difícil, llena de obstáculos, riesgosa sin duda aunque sin catástrofes a la vista. Con un poder tan menguado y una situación económica y social acuciante, el gobierno debería, para terminar su mandato, llegar a diversos acuerdos con las diferentes banderías opositoras. Ello le evitaría al país un nuevo salto al vacío. No hay partido o movimiento político que hoy apueste al enfrentamiento. Los tres grandes ganadores del domingo —Francisco de Narváez, Julio Cobos y Carlos Reutemann— no han hecho más que apelaciones al diálogo. La duda es: ¿cómo reaccionará el kirchnerismo? En términos racionales cualquiera se daría cuenta de que ensayar la misma estrategia confrontativa que tanto éxito tuvo durante el mandato del santacruceño, seria hoy descabellado. Pero inconcebible resultó su embate contra el campo y, más aún, la prolongación de las hostilidades después de haber naufragado la circular 125 en el Senado, no obstante lo cual el kirchnerismo se estrelló contra la realidad y el sentido común, como si no existieran.
Si optase ahora, contra toda lógica, por escalar los conflictos latentes —empezando por el campo— el gobierno transformará en realidad el segundo escenario. Lo único que puede anticiparse del mismo es que la actual administración no lo resistiría y Cristina Fernández debería renunciar antes del 2011. Entre el estallido de la crisis —terminal para el kirchnerismo— y su salida anticipada de la Casa Rosada, cualquier cosa podría suceder.

Ha concluido un ciclo político en la Argentina

Buenos Aires 30 de Junio de 2009.

Ha concluido un ciclo político en la Argentina. Un país que se debate en la mayor fragmentación social y política que se tenga memoria.
Inocultablemente el estilo confrontativo e intolerante de Néstor Kirchner contribuyó ciertamente a profundizar la división entre argentinos.
Recordar una vez más todos los infortunios que padecen millones de compatriotas, por la irresponsabilidad política e institucional del ex presidente es ocioso.
En estas circunstancias el pueblo mayoritariamente ha expresado en las urnas su categórico rechazo al régimen kirchnerista.
Toda la clase política debe leer seria y responsablemente el mensaje de la sociedad argentina.
Quienes en los últimos tiempos hemos denunciado públicamente las graves irregularidades cometidas por el Gobierno Nacional, debemos obrar con moderación, equilibrio y sensatez para cooperar a encontrar el rumbo que los argentinos demandan y a su vez defender la gobernabilidad de nuestra patria.
Desde el Peronismo Federal sostenemos que el Congreso de la Nación debería actuar con rapidez y jerarquía institucional para lograr el consenso y el diálogo necesario que nos permita el tratamiento de una Agenda Legislativa que priorice el reclamo colectivo de las elecciones generales del 28 de junio pasado.
En la localidad de Iguazú, provincia de Misiones, el 5 de junio del presente año el Peronismo Federal acordó una Agenda Legislativa que casualmente iba en la misma dirección de las exigencias que la gente expresara; mas tarde; en forma mayoritaria e inequívoca.
El mencionado documento ha tenido una vasta difusión pública y política. Estando a disposición de todos los sectores de la vida nacional que deseen en la oportunidad interiorizarse del contenido del mismo.
En tal sentido se ha decidido convocar a todos los legisladores nacionales; en funciones o electos; que forman parte de nuestro espacio político para avanzar en la búsqueda de los consensos necesarios con otras fuerzas políticas para el tratamiento de la Agenda Legislativa que la hora demanda.
El Peronismo Federal aprovecha la ocasión para enviar una calurosa felicitación a todas las compañeras y compañeros que han sido electos Diputados y Senadores Nacionales.
Hoy mas que nunca necesitamos recordar el abrazo Perón – Balbín que significó en su momento el reencuentro y la tolerancia democrática entre argentinos.

Ing. Ramón Puerta Dr. Juan Carlos Romero