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Homenaje a los patriotas, civiles y militares que ofrendaron sus vidas en defensa de los principios democráticos y en la lucha por el restablecimiento del gobierno legítimo del general Juan Domingo Perón.
“El mundo está formado por hombres fuertes y por hombres flojos. Nuestra generación es la generación de una causa. Habremos de luchar por ella, si somos fuertes, o iremos a pedir ayuda a terceros si somos flojos”.
Juan Domingo Perón
Aun no se habían acallados los sonidos estremecedores del vuelo de aviones y de sus metrallas descargadas sobre la Plaza de Mayo en junio de 1955, dejando una secuela de centenares de muertos y heridos entre la población que por allí transitaba en su diario quehacer, cuando nuevos disparos, presentados como fusilamientos acabarían con un grupo de civiles y militares que manifestaban y denunciaban la usurpación del gobierno por aquellos golpistas que desplazaran el gobierno democrático del general Perón.
El día 9 de junio de 1956, encabezados por el general Juan José Valle, con el apoyo de civiles y militares difundían una proclama en donde se leía:
“…se vive en una cruda y despiadada tiranía, se persigue, se encarcela, se confina, se excluye de la vida cívica a la fuerza mayoritaria; se incurre en la monstruosidad totalitaria del Decreto 4161…se ha abolido la Constitución….retrotrayendo el país al más crudo coloniaje…”
Como respuesta, el gobierno de facto, en centenares de procedimientos, se lanza a la cacería y prisión de todos aquellos a los que consideraba agitadores o presuntos cabecillas de una rebelión popular que reclamaba la reinstauración de la democracia y la observación de los principios sociales y de justicia instalados en el gobierno cuyo sangriento derrocamiento repudiaban.
Muchos de estos sospechados fueron encarcelados en distintas reparticiones militares y policiales, y muchos, pudieron de alguna manera evadir esta verdadera cacería, teniendo su mayoría que traspasar las fronteras de nuestra Patria, sobreviviendo en un exilio lleno de incertidumbres y penumbras.
A partir del día 10 de junio, y a pesar de haber sido derogada la ley marcial, fueron asesinados simulando fusilamiento en Lanús; asesinados por la espalda en los basurales de José León Suárez; muertos por la represión y fusilados en La Plata; fusilados en Campo de Mayo, asesinados en la Escuela de Mecánica del Ejercito; fusilados en la Penitenciaría Nacional y ametrallados en el Automóvil Club Argentino, aquellos que como escribiera el General Valle al conocer su destino en su misiva al presidente Aramburu:
“Para liquidar opositores les pareció digno inducirnos al levantamiento y sacrificarnos luego fríamente… Así se explica que nos esperaran en los cuarteles apuntándonos con sus ametralladoras…con fusilarme a mí bastaba…Pero no, han querido ustedes escarmentar al pueblo, cobrarse la impopularidad confesada…”.
Juan José Valle, Eduardo A. Cortinez, Ricardo S. Ibazeta, Oscar L Cogorno,José A. Yrigoyen, Jorge Miguel Costales, Néstor D. Cano, Luis Caro, Jorge L. Noriega, Néstor M. Videla, Miguel A. Paolini, Ernesto Gareca, Mauro Costa, Luciano I. Rojas, Luis Pugnetti, José M. Rodriguez, Alberto Juan Abadie, Ramón R. Videla, Carlos Irigoyen, Rolando Zanetta, Dante H. Lugo, Clemente B. Ross, Norberto Ross, Osvaldo A. Albedro, Carlos A. Lizaso, Nicolás Carranza, Bario Brion, Vicente Rodrígues, Francisco Garibotti, Miguel Mauriño y Aldo E. Jofré, son los nombres de aquellos que con su sangre se convirtieran en el símbolo de la Primera Resistencia Nacional, resistencia que llevaría largas décadas hasta la consolidación definitiva de la democracia en nuestro País.
Estos desgraciados sucesos fueron motivo y dieron causa a luchas intestinas en años posteriores, en donde el pueblo trató de lograr el restablecimiento del orden democrático y el reconocimiento hacia sus verdaderos representantes.
Tras largos años la verdad histórica se impuso. Quedó develada definitivamente, y, como también expresara el general Valle:
“…el Pueblo conocerá un día esta carta y la Proclama Revolucionaria… Así nadie podrá ser embaucado por el cúmulo de mentiras contradictorias y ridículas con que el gobierno trata de cohonestar esta ola de matanzas y lavarse las manos sucias de sangre”.
Evocar a los mártires de las jornadas del 9 de Junio de 1956, lleva el justiciero homenaje a su sacrificio, y el afecto hacia sus descendientes, padres y hermanos de auténticos patriotas, renovando el compromiso para mantener firmemente los principios que con sus vidas ellos enarbolaran.
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